sábado, 24 de mayo de 2008

HIMNO AL GRAL.SAN MARTIN

Himno al General
San Martín

Letra: Segundo M. Argarañaz


Yergue el Ande su cumbre más alta,
dé la mar el metal de su voz
y entre cielos y nieves eternas
se alza el trono del Libertador

Suenen claras trompetas de gloria
y levanten un himno triunfal,
que la luz de la historia
agiganta la figura del Gran Capitán.

De las tierras del Plata a Mendoza,
de Santiago a la Lima gentil
fue sembrando en la ruta laureles
a su paso triunfal, San Martín.

San Martín, el señor de la guerra,
por secreto designio de Dios,
grande fue cuando el sol lo alumbraba
y más grande en la puesta del sol.

¡Padre augusto del pueblo argentino,
héroe magno de la libertad!
A tu sombra la patria se agranda
en virtud, en trabajo y en paz.

¡San Martín! ¡San Martín! Que tu nombre
honra y prez de los pueblos del sur
aseguren por siempre los rumbos
de la patria que alumbra tu luz.



SOBRE SAN MARTIN Y LA MASONERIA /ART- RELACIONADO

Principal
Un espacio para todo lo que es católico

Sobre San Martín y la Masonería

Un erudito lector nos envía esta carta a modo de aclaración por lo afirmado en un artículo de la edición anterior. En él, el autor afirma que el General San Martín "fue masón". Recordamos que la reseña del libro Los Masones. La sociedad secreta más influyente de la historia del historiador César Vidal, firmada por Carmelo López Arias, para El Semanal Digital, no hace sino mencionar la opinión, sin necesariamente suscribirla. Decimos esto a guisa de salvaguarda de sus opiniones personales, puesto que en la interesantísima y apasionada respuesta que publicamos podría entenderse que se ha faltado deliberadamente a la verdad. Hecha esta salvedad, dejamos la palabra a nuestro lector.

Señor Director:

Sigo con interés y espero, se podría decir que con cierta ansiedad, la aparición de vuestro mensuario, al que considero un poco del viento fresco indispensable para seguir sobreviviendo en medio de la general marea caliginosa cuyas miasmas deletéreas parecería que arrastran a la Iglesia, a la Patria y el mundo… prefacio seguro de la proximidad de la Epifanía.

Sin embargo, observo con cierta perplejidad que vuestra página se hace eco, en algunas ocasiones, de la demostradamente falsa y reiterada afirmación de los actuales "tradicionalistas" españoles referida al masonismo de don José de San Martín, figura que, principalmente por contradistinción, les resulta insoportable a la par que incomprensible. El Cid del siglo XIX es inalcanzable para un español que, aunque se diga hijo de la Tradición, sigue igualmente aferrado a los criterios impuestos por la "mentalidad borbónica", que destruyeron a España y la Hispanidad, y que no es otra cosa que revolución en el estado larval del absolutismo monárquico o del despotismo ilustrado, tan ajenos a la tradición como lo es su hija, la Revolución francesa misma.

Nuestro Libertador &#8211…si descontamos la eficacia probatoria de sus propias palabras y una lucha constante contra los liberales masónicos locales que duró toda su vida&#8211… profesó siempre y en todo lugar una irreprensible fe católica y tradicional, como lo prueban sus hechos, sus obras de gobierno en Mendoza y el Perú, su mando militar y su vida entera. Y si fuera poco lo dicho, también son prueba el calibre y el odio de sus enemigos. Si el autor del libro cuya recensión comento, el señor Vidal, o el comentarista mismo, señor López Arias, no conocen la vida y la obra del gran americano ni, mucho menos, la calidad perniciosa de la obra de algún interesado biógrafo con "tribuna de doctrina" &#8211…que por experiencia personal puedo afirmar es una de las fuentes de mayor prestigio en el mundo de habla hispano-masónica&#8211… no deberían hablar "aunque les duela a los argentinos", sobre todo, sabiendo que lo que más nos duele es la mentira.

San Martín fue católico con fe y conducta notables, al punto de merecer que el abogado francés propietario de la casa de Boulogne sur Mer en la cual falleció, sostuviera que "era un santo"… algo semejante a lo que ocurrió 27 años más tarde con el párroco católico de Southampton, con ocasión de la muerte de otro argentino ilustre… y con la posible diferencia de que el cura inglés insistiría durante muchos años más en remitir a Roma los antecedentes del anciano muerto, para su beatificación ...

San Martín no fue solamente un católico, sino un general católico… a bordo del barco que debía devolverlo a su Buenos Aires querido, con notable anticipación a la era gardeliana, viajaba para esta ciudad y luego también de regreso a Europa, el secretario del Internuncio para estas Américas, el presbítero Mastai-Ferreti, con quien desarrolló este "masón" una amistad duradera y mantuvo, al parecer durante toda su vida, cierta correspondencia. Por ella, sabemos que el anciano general y antiguo compañero de viaje, ofrecería al por entonces sitiado sucesor de Pedro, y futuro Beato Pío IX, los servicios de su espada cuando la Revolución masónica y comunista de 1848 osaba hollar la sede misma del Vicario de Cristo, ofrecimiento que sería declinado con emocionadas palabras de gratitud y recuerdo. No era nueva esta actitud cidesca en este general tan singular, tan "masónico" para estos españoles sin criterio y con más fervor borbónico que patriótico: en 1830, había rechazado de manera vehemente el ofrecimiento de encabezar la rebelión socialista que asoló toda Europa ese año, poniéndose a disposición del Gobierno de Bruselas para sofocarla.

¡Qué extraño masón éste, que militaba tan activamente contra los dos grandes triunfos de la masonería del siglo XIX en el mismo sitio de su victoria!

Pero si la masonería odia al Altar, cuya honra fue siempre punto de honor para este general, también maquina contra el Trono, es decir, contra la Monarquía católica y tradicional &#8211…que desde Enrique IV de Francia, el Protestante, no es la de los Borbones. Y el caso es que don José Francisco de San Martín era, además de católico y muy, pero muy hispano (por muy americano), un monárquico convencido. Su correspondencia con el otro ilustre argentino muerto en el destierro así lo prueba, si uno se toma el trabajo de leerla con paciencia y no sin gran provecho, pues el republicano Rosas era muy obcecado y el monárquico San Martín un humorista con enorme talento polémico y el tacto de un auténtico caballero. No se olvide que uno de los candidatos para ocupar el trono americano que surgiría en estas tierras después del Tratado de Punchauca entre San Martín y el Marqués de La Serna, hecho fracasar por los generales masones Valdés y Canterac, era ¡don Carlos de Borbón! No sería mala idea estudiar la trayectoria posterior de todos estos personajes en España y en Europa &#8211…el noble virrey, el noble Libertador y los generales, el masón y Canterac, que morirá asesinado en la madrileña Puerta del Sol cuando la rebelión liberal de Cardero en 1835, el mismo año del sacrificio de Zumalacárregui. Más de uno se llevaría una sorpresa con porrazo incluido, de sentarse a estudiar las trayectorias posteriores de tantos interesantes protagonistas de la Emancipación Americana… de un lado y del otro.

De la disparidad de talentos y talante con el Libertador Bolívar, se puede extraer también mucha materia que alimentó estas críticas, pues nuestro don José desconoció el vicio de la soberbia y ninguno de sus subordinados lo olvidó ni dejó de amarlo como se ama a un jefe inolvidable. Pero Bolívar podía escribir de sí mismo sin mentir: "Mi agradecimiento a Sucre no tiene términos: primero por justicia, y, segundo, por generosidad pues él me ha quitado en Ayacucho el más hermoso ramo de mis laureles: él es libertador del imperio de los incas desde el Juanambu hasta Charcas, de suerte que él es absolutamente mi competidor en la gloria militar, de lo que no estoy sentido, para merecer lo que me queda, pues si me muestro envidioso no mereceré ni una hoja del laurel. Y lo mismo digo respecto a Vd. Nadie lo quiere nadie lo aplaude más que yo, por sentimiento y raciocinio: porque yo creo que la más hermosa corona es la de la justicia Miserable a mi si yo tuviese otras ideas. Si yo fuese envidioso, apenas podría merecer el nombre de hombre. Yo tengo el orgullo de creerme superior a tan infame debilidad" (increíble Carta de Simón Bolívar sobre el triunfo de Sucre en Ayacucho, palabra que significa "campo de los muertos"). Esta asimetría en las personalidades, en las ideas políticas (Bolívar haría abortar un conato monárquico en Colombia) y hasta en la fortuna en combate, pues el venezolano fue grande también en sus sucesivas derrotas ¿a nadie asombran, nada informan al astuto historiador cansado de la impostura y la mentira liberal?

Considero indudable, a esta altura de los estudios históricos, que tanto San Martín en la Argentina y Perú, como Ithurbide en México, se opusieron con toda tenacidad a la Constitución liberal de 1812, la Pepa, como homenaje al espíritu tradicional y católico que animó siempre la mal estudiada y peor enseñada Guerra de la Independencia. A Ithurbide esto, y la gravosa vecindad que tiene México, le costó la vida, en clásica maniobra y asesinato masónicos. A San Martín le costó lo suyo, a no dudar.

El historiador peruano Jorge G. Paredes M. dice así: «Alvarado y Guido recibieron de San Martín la orden de pasar a la hacienda de Torre-Blanca con fecha 15 de febrero. En virtud de dicha orden se trasladaron a Huacho y el día 16 a la una y media de la tarde salían de dicho puerto a bordo del bergantín Pueyrredón con dirección a Chancay. En ese lugar anclaron a las seis de la tarde del día siguiente. El 19 de febrero, por la mañana, a eso de las seis, se reunieron los cuatro comisionados (dos realistas y dos patriotas). La diputación realista centró su propuesta de paz en el reconocimiento del dominio hispano sobre la nueva base de la Constitución de Cádiz, pero dándose cuenta que esto no era aceptado por el bando patriota, señalaron, en la segunda sesión de aquel mismo día, que resultaban irreconciliables las posiciones de ambas partes, en el sentido de que el Virrey no prescindiría del juramento de la Constitución por base de toda negociación, en tanto que el bando patriota no admitía otra posición que el reconocimiento de la independencia. La diputación patriota señaló su base medular: el reconocimiento de la independencia. A las doce de la noche del mismo 19 se daban por concluidas las conferencias y media hora después se retiraban los diputados realistas.

Después de este fracaso, el 9 de abril el virrey La Serna envió a San Martín una misiva invitándolo a abrir nuevas negociaciones, para lo cual comisionados de ambos bandos se reunirían en la hacienda Torre-Blanca. El día 15 San Martín dio respuesta a la invitación, solicitándole al virrey que, por lo delicado del asunto, debería hacérselo saber en forma oficial, es decir mediante oficio y no mediante una simple misiva personal. En visto de ello, el día 17 La Serna le comunicó a San Martín que en su calidad de Presidente de la Junta de Pacificación lo invitaba a entablar negociaciones de paz. San Martín respondió el 22, aceptando la invitación, aunque objetando el lugar propuesto (hacienda de Torre-Blanca), manifestando que las conferencias se podrían realizar bien en un barco surto en el Callao o en su defecto en otro lugar que él designase. Se acordó que los diputados fuesen tres, más un secretario sin voto, por cada una de las partes. Ellos se reunirían en la hacienda Punchauca, ubicada en el valle del río Chillón, a escasas cinco leguas al norte de Lima. Los patriotas eligieron como representantes a Tomás Guido, a Juan García del Río y a Juan Ignacio La Rosa y, en calidad de secretario sin voto, a D. Fernando López Aldana, todos los cuales recibieron precisas instrucciones de San Martín. Los delegados realistas fueron don Manuel Abreu, Manuel de Llano y Nájera, Mariano Galdeano y, en calidad de secretario sin voto, Francisco Moar.

Fue fijada como fecha de la entrevista el 2 de mayo de 1821. Sin embargo recién vino a llevarse a cabo el día 4, debido a que los diputados realistas detuvieron su desplazamiento cuando se percataron que guerrilleros de Canta hacían su aparición en Punchauca. El día 4 se llevó a cabo la primera sesión. Los diputados patriotas plantearon, como es lógico suponer, el reconocimiento de la independencia. Los realistas, por su parte, al igual que en anteriores oportunidades, propusieron como base de un acuerdo la jura de la constitución española de 1812. El 23 de mayo, con el fin de trabajar con más confianza y armonía, se firmó un armisticio en virtud del cual se suspendían las hostilidades por un período de veinte días. Asimismo se acordó una entrevista personal entre La Serna y San Martín. El día 30 del citado mes de mayo las dos diputaciones acordaron que la entrevista entre el virrey y el libertador argentino se realizaría el 1 de junio. Sin embargo, debido a una indisposición de La Serna, la entrevista se realizó el día 2 de junio. Se había acordado que cada uno de los dos jefes serían acompañados por sus respectivos jefes de Estado Mayor, los Jefes Superiores, un ayudante de campo, un oficial de ordenanza y cuatro soldados. El séquito de San Martín lo conformaban "los renombrados coroneles Las Heras, Paroissien, Necochea… los tenientes coroneles Spry, Raulet y cuatro ordenanzas". La Serna asistió acompañado por La Mar, Canterac, Landázuri, Ortega y Camba.

Abreu (el enviado español que llegaba con instrucciones personales de Fernando VII de poner fin a la guerra americana) relata que el primer día de junio San Martín lo visitó, por la tarde, y que le comunicó que propondría como solución la formación de una regencia compuesta de tres vocales. Esta regencia debería estar integrada por La Serna, en calidad de Presidente de la misma… un vocal nombrado por el virrey y un tercer vocal designado por San Martín. Asimismo propondría la unión de los dos ejércitos, así como la declaración de la independencia. Producido este hecho San Martín viajaría a España para solicitar, a la Corona, el nombramiento de un príncipe español, el cual sería ungido rey del Perú. ». Es decir que San Martín era monárquico al punto de proponer contra viento y marea, y sobre todo contra los militares peninsulares que querían jurar la constitución masónica de 1812, la instauración de una monarquía en cabeza de "un príncipe español". Imagínese, señor Director, en quién pensaría el Libertador.

San Martín en Europa no es menos tonante que San Martín en América o en la campaña contra los invasores franceses y revolucionarios en España, la vanguardia de cuya primer derrota en la Península, Bailén, estaría al mando de este notable José de San Martín. Los franceses han hecho de Bailén, que es un auténtico orgullo del Ejército español al mando de Castaños, algo similar a lo que hacen los españoles con San Martín, el teniente coronel jefe de la vanguardia de Bailén. Siguiendo con la tónica sugerida a los investigadores históricos en esta ya larga carta, sería interesante estudiar asimismo la carrera militar de San Martín comparándola con la de Castaños y ver quién pergeñó la victoria del desfiladero de Bailén, batalla de planificación audaz y ejecución, de suyo, parsimoniosa y valiente. Algo así como un cruce de los Andes en chiquito.

Pero para los argentinos que no estudiamos historia en los libros del autor que se robó el archivo de San Martín, sino que descendemos de la historia misma, no valen excusas a la hora de impedir, por los medios que sean, la deshonra que supone para el Padre de la Patria endilgarle aquello mismo que con tanto denuedo combatió. Este hombre, por fin, que mandó se pusiera sobre su féretro ¿tal vez una bandera argentina? Imposible, pues él mismo era la bandera americana. ¿Un guión masónico? Falso y de mal gusto sería, aunque no pocos lo sostuvieran al no haber podido identificar con seguridad, aquel extraño gonfalón morado, bordado primorosamente en oro con las armas de Castilla y León, por la manos regias de Juana la Loca, para obsequio de su hidalgo adelantado Pizarro, que este extraño soldado quiso merecer llevar sobre sus restos mortales el día de presentarse al Creador.

Como humilde desagravio a este prócer, tal vez el único que merezca en toda su extensión este calificativo, tan americano, tan hispano, tan tradicional y tan católico, solicito al señor Director la publicación de esta líneas.

Luis María Seligmann Serantes

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LAS AMANTES DE SIMON BOLIVAR/ART- RELACIONADO

Dimensión gozosa del Bolívar 2000

Por: Jesús Rosas Marcano

Las amantes de
Simón Bolívar

Las damas del Movimiento Bolivariano, para enriquecer sus tertulias proselitistas podrían apoyarse en la vida placentera, digamos que bonachona del padre de la patria, obviando la de los discursos y decretos, o sea, animar platicas existenciales, no digamos faranduleras, pero si de un hombre óseo y dérmico. No da nota eso de Carne y hueso. Ese que a los doce años alternó aprendizaje de equitación, de esgrima y de baile prolegómenos envidiables de galantería juvenil, ejercitados en la cuadra de Bárcenas.

El collar amoroso de Bolívar tuvo cuentas, perlas, un par de zafiros, una esmeralda y una diadema de brillantes. En Santa Marta, ese collar como un delta al revés regresaba hilitos diáfanos, invisibles, de una fuente exhausta, legítima y única, su corazón vencido.

La Güera Rodríguez, Teresita Toro, Pepita Machado.

Su primera cuenta fue la "Güera" Rodríguez, su amor veracruzano, descendiente del Virrey Asanza. María Ignacia Rodríguez es la travesura de sus dieciséis años cuando iba rumbo a España, tres semanas.

Su diadema de brillantes es Teresita Toro y Alaysa, emparentada con los marqueses del Toro y de Inicio y con el conde de Rebolledo. Boda en Madrid el 13 de abril de 1802.

Marina, amiguita de Alejandro Manzoni, (autor de la novela Los Novios), es la cuenta milanesa del collar. Manzoni dice que Bolívar, tirado en un canapé, en su primer delirio (el otro es el del Chimborazo), exclamaba: ¡Esa mujer ha decidido mi suerte!

Una de las perlas es Fanny de Villars, casada con Dervieux de Villars, cortejada por el príncipe Eugenio. Francesa, veinteochena, charlante. Ella es el elíxir de su vida y quien hace llevadera su viudez en París. Nostálgico, Bolívar la llama Teresa.

Uno de los zafiros es Josefina Machado, la "Señora Pepa", una de las doce doncellas que lo coronó en la iglesia de San Francisco e 1813. Fue su amor náutico entre bergantines y goletas hasta 1820.

En 1816, cuando en Juangriego una banda inglesa tocaba "Yankee Doodle" Bolívar pescó su cuenta margariteña: Asunción Jiménez. Los legionarios habían reprochado a Bolívar haber perdido un paseo para contemplar la belleza de La Asunción. El héroe sonrió y les dijo que él había atesorado todo su aliento en la cubierta del bergantín. Se refería a la otra Asunción, ósea y dérmica.

Julia Cobier, Isabel Soublette, Bernardina Ibáñez

La perla antillana de Bolívar fue Julia Cobier o Gober; morena pálida, tierna, excitante y rica. Pernoctaba con ella en Kingston cuando sus enemigos fueron a otra casa y asesinaron al pobre Felíx Amestoy, quien lo esperaba para platicar, y por breve reposo ocupó su hamaca.

Su perla caraqueña en Guayana fue Isabel Soublette, hermana del general Carlos ídem. El intrigante coronel Hippisley escribió en el Times de Londres que Bolívar le había regalado a Isabel la más grata mansión de Angostura, donde podía verse una de las maravillas de la ciudad, la bella cama incluida en el obsequio para la señorita Soublette.

Juana Pastrano Salcedo es la cuenta humilde de Capacho, la Campaña Admirable. Cuando Bolívar brindó con Morillo en Santa ana, preguntó por su graciosa campesina. Pero que va; la madre la había ocultado en Piedra Gorda, aldea donde había nacido esa flor silvestre.

Bernardina Ibañes es la perla del Libertador que procede de Ocaña. Estuvo entre las quinceañeras que lo coronaron en Bogota después de la batalla de Boyacá. Esa "Melindrosa" para Bolívar, pretende ser un ángel. Estaba prometida en matrimonio con el pavo del ejército, el coronel Ambrosio Plaza.

Manuelita Sáenz, Joaquina Garaicoa, Janette Hart.

La esmeralda del collar fue Manuelita Sáenz, quiteña que consume toda la literatura amorosa del héroe. La procuró para siempre en el baile de la Victoria. Enloqueció por Bolívar. Celosa, lo arañó brutalmente por un arete encontrado en su lecho.

Joaquina Garaicoa es el otro zafiro del collar. Ella es la "Gloriosa". Bolívar, "su sol naciente", "el objeto de su adoración". Una cuenta de brillo fugaz es la francesita Anita Leniot.-No, Ani tu no puedes ir a la campaña del Magdalena. - Benedicta Nadal es su cuenta boliviana de amor. "Tu amante", le anota el héroe. Manolita Madroño es su perla peruana trashumante Huaylas, después de Ayacucho. Janette Hart es su perla norteamericana. La conoció en el puerto del Callao en una recepción de la goleta insignia "United States".

Perlitas sueltas y mostacillas

Se enhebran Teresa Laisne, madre de Flora Trstán; sus primas Aristiguieta, las bellas de Ocaña, Bárbara y Juana de Dios Lemus; Salustiana y María de Jesús Patiño; Incolaza Ibáñez, hermana de la "Melindrosa". En el ensarte siguen Manuelita White, maestra parvularia en Caracas; Teresa Mancebo a quien le produjo insomnios: La poetisa peruana Tomasa de Suero y Larrea que le escribe poemas en francés. ¡Ay!, y la perlita realista Aurosa Pardo, decidida a no bailar con ése en un baile de Lima en honor de sucre. Ella grita, ¡Viva España! Bolívar la estrecha contra su pecho. Ella con aliento nuevo: ¿Si tú eres el Libertador, viva la gloria!

Publicado en el diario "El Nacional" de Caracas 2001

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© Copyright Johannes W. de Wekker junio, 2004

MANUELA SAENZ DE THORNE/ LA AMANTE DE SIMON BOLIVAR/ART.RELACIONADO

Venezuelatuya... ahora más tuya que nunca

Manuela Sáenz

Hasta la Independencia

Manuela Sáenz
Doña Manuela Sáenz de Thorne

Nace en Quito en 1797
Muere en Paita (Perú) el 23.11.1856

Amante de Simón Bolívar, fue reconocida por él mismo (25.9.1828) como "Libertadora del Libertador". Fueron sus padres Simón Sáenz Vergara, español, y María Joaquina Aizpuru, ecuatoriana. Su infancia transcurrió en Quito, donde rápidamente se hicieron sentir los ideales de los movimientos independentistas, organizándose grupos revolucionarios. En tal sentido, Manuela y su madre se identificaron con la gesta emancipadora; no así su padre quien permaneció fiel a la Corona española, por lo que fue hecho preso al estallar dicho movimiento, aunque posteriormente recuperó su libertad al ser sofocado en 1810. Debido a su apoyo al proceso de independencia americano, Manuelita fue internada en el convento de Santa Catalina donde aprendió a leer, escribir y rezar. Según una leyenda que circuló por mucho tiempo, siendo muy joven fue raptada del convento por un oficial de nombre Fausto D'Elhuyar; lo cual no obstante ha sido desmentido por la historiografía.

En 1817 contrajo matrimonio con Jaime Thorne, comerciante inglés, rico y mucho mayor que ella; trasladándose con él a vivir a Lima (Perú) entre 1819 y 1820. A pesar de ser éste un país donde el sentimiento independentista no se había manifestado, en poco tiempo el prestigio de Simón Bolívar y su triunfo en la liberación de la Nueva Granada (1819) le gana entusiasmados adeptos a su causa, entre ellos Manuela Sáenz, quien se convierte en miembro activo de la conspiración contra el virrey del Perú, José de la Serna e Hinojosa (1820); y que al declararse la independencia del Perú (1821) se confiesa admiradora de José de San Martín. Los servicios de Manuela a la causa de emancipación fueron reconocidos al otorgársele, en 1822, la condecoración llamada "Caballeresa del Sol", consistente en una banda blanca y encarnada con una pequeña borla de oro y una medalla cuya inscripción decía "Al patriotismo de las más sensibles".

Luego de separarse de su marido, en 1822 viaja a Quito acompañada de su padre para visitar a su madre; conociendo en este lugar a Bolívar, cuando éste hizo su entrada triunfal a dicha ciudad el 16 de junio de 1822. En Quito surge un estrecho vínculo afectivo entre Bolívar y Manuela, derivado de sus conversaciones y coincidencias acerca de la campaña libertadora. Ella no sólo concibe idealmente la independencia latinoamericana, sino que toma parte activa en la guerra: monta a caballo, maneja las armas, es capaz de sofocar un motín en la plaza de Quito. En 1823 Bolívar parte al Perú donde se le une semanas más tarde Manuelita, quien lo acompaña durante la campaña libertadora de dicha nación, permaneciendo en su cuartel general algunas veces, o en Lima y en Trujillo en otras ocasiones. De los momentos en que estuvieron alejados, se han conservado algunas de las cartas de amor que el Libertador le escribió expresándole cuanto la extrañaba, tal como la siguiente epístola del 20 de abril de 1825 en la que le dice: "Mi bella y buena Manuela: Cada momento estoy pensando en ti y en el destino que te ha tocado. Yo veo que nada en el mundo puede unirnos bajo los auspicios de la inocencia y el honor. Lo veo bien, y gimo de tan horrible situación por ti; por que te debes reconciliar con quien no amabas; y yo porque debo separarme de quien idolatro¡¡¡ Sí, te idolatro hoy más que nunca jamás. Al arrancarme de tu amor y de tu posesión se me ha multiplicado el sentimiento de todos los encantos de tu alma y de tu corazón divino, de ese corazón sin modelo".

Durante los primeros meses de 1825, hasta abril, y luego cuando Bolívar regresa del Alto Perú (Bolivia) a partir de febrero de 1826, reside con él en el palacio de la Magdalena, cerca de Lima. Cuando Bolívar sale del Perú en septiembre de 1826, Manuela permanece en Lima, donde persiste en la defensa del ideario bolivariano después de la reacción contra el Libertador en enero de 1827, por lo que es apresada por los adversarios de Bolívar y enviada al destierro (1827), dirigiéndose a Quito y luego a Bogotá, donde se establece en 1828. Al enterarse Bolívar de la situación de Manuelita, la llama a su lado y viven en la residencia que hoy es llamada Quinta de Bolívar. Para este tiempo se hacen manifiestas las intrigas contra la autoridad de Bolívar, que llevan a Pedro Carujo entre otros, el 25 de septiembre de 1828, a intentar asesinarlo, conspiración fallida gracias a la rapidez con que Manuela hizo huir a Bolívar por una ventana del Palacio de Gobierno; es a partir de este acontecimiento que se le llama Libertadora del Libertador, calificativo que le dio el propio Bolívar. En 1830, encontrándose en Guadas (Colombia) se entera de la muerte de Bolívar, por lo que se traslada de inmediato a Bogotá donde manifiesta públicamente de palabra y por la imprenta su adhesión a los ideales del Libertador. Perseguida por el gobierno que sucedió en abril de 1831 al general Rafael Urdaneta en Bogotá, finalmente es expulsada por considerársele conspiradora.

Encontrándose en Kingston (Jamaica), donde pasa un año, escribe al general Juan José Flores, entonces presidente del Ecuador, quien le envía un salvoconducto y así intenta regresar a su país; pero en Guaranda (Ecuador) en octubre de 1835, es informada que no puede entrar a Quito, pues sus credenciales no son válidas al perder Flores el poder. Asimismo, sus bienes fueron confiscados en Colombia. Ante estas circunstancias se instala en Paita, al norte del Perú, donde por necesidad económica abre un comercio relacionado con la producción de tabacos. En 1847 su marido es asesinado en Pativilca. Durante esta última etapa de su vida, fue visitada en el puerto de Paita por personajes tales como Herman Melville (autor de Moby Dick), Simón Rodríguez y Giuseppe Garibaldi (patriota italiano). En 1856, contrae difteria, enfermedad que acaba con su vida; su cadáver fue incinerado a fin de evitar contagio en la población, lo mismo que sus pertenencias, entre ellas gran parte de la correspondencia de Bolívar para ella, que guardaba celosamente. En agosto de 1988, fue localizado el lugar donde se encontraban los restos de Manuela Sáenz en el cementerio de aquella población. La identificación fue posible gracias a que se encontró la réplica de la cruz que siempre portaba la cual la identificaba como la compañera del Libertador.

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SIMON BOLIVAR/ BREVE BIOGRAFIA / ART- PUBLICADO

Breve biografía de
Simón Bolívar

Bolivar 1799Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios y Blanco nació en Caracas en 24 de julio de 1783 de don Juan Vicente Bolívar y Ponte y doña María de la Concepción Palacios y Blanco. Nacido un aristócrata, Simón Bolívar recibió una excelente educación de sus tutores, especialmente Simón Rodríguez. Gracias a sus tutores, Bolívar conoció las obras del movimiento filosófico del siglo XVIII y también las de Grecia y Roma clásica.


A la edad de nueve años el joven Bolívar perdió sus padres y quedo en cargo de su tío don Carlos Palacios. A la edad de quince, don Carlos Palacios lo mandó a España para continuar con su educación.

Bolívar viajó hacia España en 1799 con su amigo Esteban Escobar. Al hacer este viaje, se detuvo en la Ciudad de México donde se encontró con el virrey de Nueva España quien quedó alarmado cuando el joven Bolívar discutió con confianza acerca de la independencia americana. Llegó a Madrid en junio de ese año y quedándose con su tío Estaban Palacios.

En España, Bolívar conoció a María Teresa Rodríguez del Toro y Alayza con quien se casó poco después en 1802. Poco después de volver a Venezuela, en 1803, María Teresa murió de fiebre amarilla. Su muerte afectó grandemente a Bolívar quien juró nunca casarse de nuevo. Promesa que mantuvo el resto de su vida.

Después de perder su esposa, Bolívar regresó a España con su tutor y amigo, Simón Rodríguez, en 1804. Mientras en Europa presenció la proclamación de Napoleón Bonaparte como Emperador Francés y después asistió a la coronación de Napoleón como Rey de Italia en Milán. Bolívar perdió respeto por Napoleón, a quien él consideró un traidor a las ideas republicanas. Pero era en Italia que Bolívar hizo su famoso juramento sobre el Monte Sacro de Roma de no descansar hasta que América sea libre.

Bolívar regresó a Venezuela en 1807 después de una breve visita a los Estados Unidos. En 1808 Napoleón instaló a su hermano, José, como Rey de España. Esto instigó una gran revolución popular en España conocida como la Guerra Peninsular. En América, como en España, juntas regionales se formaron para luchar contra el nuevo rey. A diferencia de las juntas españolas, las juntas americanas lucharon contra el poder del rey, no solo la persona de José Bonaparte.

Ese año, la junta de Caracas declaró su independencia de España y Bolívar fue enviado a Inglaterra con Andrés Bello y Luis López Méndez en una misión diplomática. Bolívar regresó a Venezuela y el 3 de junio de 1811, dio su discurso en favor de la independencia americana a la Sociedad Patriótica. El 13 de agosto, fuerzas patriotas bajo el comando de Francisco de Miranda lograron una victoria en Valencia.

El 24 de julio de 1812 Miranda se rindió después de varios desastres militares y Bolívar pronto tuvo que huir a Cartagena. Allí, Bolívar escribió su famoso "Manifiesto de Cartagena" en el cual manifestó que Nueva Granada debería ayudar a liberar Venezuela porque su causa era la misma y porque la libertad de Venezuela aseguraría la libertad de Nueva Granada. Bolívar recibió la asistencia de Nueva Granada y en 1813 invadió Venezuela. Entró a Mérida el 23 de mayo y fue proclamado "Libertador" por el pueblo. El 8 de junio Bolívar proclamó la "guerra a muerte" en favor de la libertad. Bolívar tomó Caracas el 6 de agosto y dos idas después proclamó la segunda república venezolana.

Después de numerosas batallas, Bolívar tuvo que huir nuevamente y en 1815 tomó refugio en Jamaica de donde escribió su "Carta de Jamaica". Ese mismo año Bolívar viajó a Haití y solicitó a su presidente, Alejandro Sabes Petión, ayudar a la causa hispanoamericana. En 1817, con ayuda de Haití, Bolívar regreso al continente para continuar luchando.


Bolivar 1816La Batalla de Boyacá el 7 de agosto de 1819 resultó en una gran victoria para Bolívar y el ejército de la revolución. Ese año, Bolívar creó el Congreso de Angostura que fundó Gran Colombia (una federación de las presentes repúblicas de Venezuela, Colombia, Panamá y Ecuador) la cual nombró a Bolívar presidente. Durante los próximos años la oposición realista fue eliminada. Después de la victoria de Antonio José de Sucre sobre las fuerzas españolas en la Batalla de Pichincha el 23 de mayo de 1822 el norte de Sudamérica fue liberada. Con esa gran victoria Bolívar preparó para marchar con su ejército para cruzar los Andes y liberar Perú.

El 26 de julio de 1822 Bolívar tuvo una conferencia con José de San Martín en Guayaquil para discutir la estrategia para la liberación de Perú. Nadie sabe que ocurrió en la secreta reunión entre los dos héroes latinoamericanos, pero San Martín volvió a Argentina mientras Bolívar preparó para la lucha contra el último bastión español en Sudamérica.

En 1823 Bolívar tomó comando de la invasión de Perú y en septiembre llegó en Lima con Sucre para planear el ataque. El 6 de agosto de 1824 Bolívar y Sucre juntos derrotaron el ejército español en la Batalla de Junín. El 9 de diciembre Sucre destrozó el último valuarte del ejército español en la Batalla de Ayacucho, eliminando la presencia española en Sudamérica.

El 6 de agosto de 1825 Sucre creó el Congreso del Alto Perú cual creó la República de Bolivia en honor de Bolívar. La Constitución de 1826, aunque nunca usada, fue escrita por Bolívar mismo. También en 1826 Bolívar creó el Congreso de Panamá, la primera conferencia hemisférica.

Pero en 1827 debido a rivalidades personales entre los generales de la revolución, explotaron guerras civiles que destrozaron la unión sudamericana por cual Bolívar había luchado. Acorralado por guerras fraccionales y sufriendo de tuberculosis, El Libertador Simón Bolívar murió el 17 de diciembre de 1830.

Aportado a [Bolivarianos]

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DON JOSE DE SAN MARTIN/ DOCUMENTO PUBLICADO

Biografía de San Martín

Retrato de San Martin


Breve historia del libertador de Argentina, Chile y Perú.



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INDICE del Texto Completo:


Primera Parte: En el Río de la Plata

Introducción
Orígenes de San Martín
Situación en América del Sur
Primeros actos en Buenos Aires
Combate de San Lorenzo
El Ejército del Norte
Plan Continental
Gobernador de Cuyo
El año 1816
El cruce de los Andes

Segunda Parte: Libertador de Chile

Batalla de Chacabuco
Cancharrayada y Maipú
La escuadra del Pacífico
Sucesos del año 1819
Acta de Rancagua

Tercera parte: Protector del Perú

Expedición al Perú
Protector del Perú
Toma de Quito
Guayaquil
Abdicación del Protector del Perú
En Europa
Bibliografía





Introducción

En la Gaceta de Buenos Aires del día viernes 13 de marzo de 1812, el redactor —posiblemente Bernardo Monteagudo— escribe estas palabras que, sin saberlo, llegarían a ser proféticas: "Me hé preguntado muchas veces poseido de diferentes afectos ¿qual será la suerte de mi patria? ¿Quien será el que enarbole el pabellon de su LIBERTAD?" (las palabras de los párrafos textuales están escritas con la ortografía y la acentuación del original).

Gazeta de Buenos=Ayres

El mismo ejemplar, en la última hoja, dice: "El 9 del corriente ha llegado á este puerto la fragata inglesa Jorge Caning procedente de Londres en 50 días de navegacion." Más adelante continúa: "Á este puerto han llegado entre otros particulares que conducía la fragata inglesa, el teniente coronel de caballería D. José San Martín primer ayudante de campo del general en xefe del exercito de la Isla Marques de Compigny : el Alerez de navio D. Jose Zapiola : el capitan de milicias D. Francisco Chilaver : el alferez de carabineros reales D. Carlos Alvear y Balbaltro :el subteniente de infantería D. antonio Arellano y el primer teniente de guardias valonas Baron de Olembert. Estos individuos han venido á ofrecer sus servicios al gobierno, y han sido recibidos con la consideración que merecen por los sentimientos que protestan en obsequio de los interéses de la patria."

Es en éste momento que San Martín, que había cumplido 34 años durante la travesía, inicia su obra libertadora de tres países de América del Sur: Argentina, Chile y Perú.

Orígenes de San Martín

Nació el 25 de febrero de 1778 en el pueblo de Yapeyú, situado a orillas del caudaloso río Uruguay, que dependía del Virreinato del Río de la Plata. Su padre, don Juan de San Marín, había nacido en España y se desempeñaba como teniente gobernador del departamento. Su madre, doña Gregoria Matorras, era sobrina de un conquistador del Chaco.

Gregoria Matorras
Juan de San Martin

Se trasladó a España junto con sus padres en el año 1786 donde ingresó al Seminario de Nobles de Madrid. En 1789 comienza su carrera militar en el regimiento de Murcia. Luchó en la campaña de África combatiendo en Melilla y Orán. En 1797 es ascendido a subteniente por sus acciones frente a los franceses en los Pirineos.
En 1797 su regimiento, que había participado en las batallas navales contra la flota inglesa en el Mediterráneo, se rindió en agosto de 1798.
Durante el período que sigue, lucha en diferentes acciones en el sur de España, en Gibraltar y Cádiz, con el grado de capitán 2° de infantería ligera.
En 1808 las tropas de Napoleón invaden la Península y el rey Fernando VII es hecho prisionero. Estalla la rebelión contra el Emperador y su Hermano José Bonaparte, que había sido proclamado Rey de España. Se establece una Junta de Gobierno que actúa primero en Sevilla y luego en Cádiz. San Martín es ascendido por la Junta al cargo de ayudante 1° del regimiento de Voluntarios de Campo Mayor. Distinguido por sus acciones contra los franceses, llega luego a ser capitán del regimiento de Borbón. El ejercito ataca a los franceses y los vence en la batalla de Baylén, el 19 de julio de 1808; allí se destaca San Martín. Esta victoria permite al ejército de Andalucía recuperar Madrid y es la primera derrota importante de las tropas de Napoleón. San Martín recibe el grado de teniente coronel y es condecorado con una medalla de oro. Continua luchando contra los franceses en el ejército de los aliados: España, Portugal e Inglaterra. Combate a las órdenes del general Beresford en la batalla de Albuera. Conoce a Lord Macduff, noble escocés, que lo introduce a las logias secretas que complotaban por la independencia de América del Sur. Por su intermedio obtuvo un pasaporte para viajar a Inglaterra, donde se encontró en 1811 con compatriotas de América española: Alvear, Zapiola, Andrés Bello, Tomás Guido, entre otros. Todos formaban parte de una logia que había fundado el "Precursor", Miranda, quien, junto con Bolivar, ya luchaba en América por la independencia de Venezuela.
En enero de 1812, San Martín se embarca hacia Buenos Aires en la fragata inglesa George Canning.

Situación en América del Sur

En la ciudad de Buenos Aires, el 25 de mayo de 1810 se había constituido la llamada Junta Grande, en forma similar a las juntas de España, que se oponían a la ocupación francesa de la Península, y gobernaban en nombre del rey Fernando VII mientras se encontrara prisionero. Se habían mandado emisarios a los cabildos de las distintas ciudades del Virreinato del Río de la Plata para que constituyan juntas de gobierno y reconozcan a la de Buenos Aires. Las poblaciones se dividen en las que adoptan juntas independientes de España y las que pretenden conservar el poder de los virreyes. La Junta de Buenos Aires nombra un cuerpo ejecutivo que se llamó el Primer Triunvirato. Sus miembros eran: Juan José Paso, Feliciano Chiclana y Manuel de Sarratea. La ciudad de Montevideo no reconoce a la junta de Buenos Aires y emprende hostilidades contra la Capital. En Chile el cabildo se pronuncia contra la autoridad del Virrey. Desde el Alto Perú —hoy Bolivia— los realistas ocupan la provincia de Salta y avanzan sobre Tucumán, defendida por el Ejército del Norte comandado por Manuel Belgrano. El Paraguay se había independizado, adoptando una postura neutral a cargo de José Gaspar Rodríguez de Francia. Vemos que el panorama del río de la Plata no era muy halagüeño a principios de 1812 cuando llega San Martín.

Primeros Actos

A los pocos días de su arribo, le fue reconocido el grado de teniente coronel y el Triunvirato le encomendó la creación de un escuadrón, que luego fue el célebre regimiento de Granaderos a Caballo. Durante el año 1812 se ocupó de instruir a la tropa en las modernas técnicas de combate que conocía por su extensa actuación europea contra los ejércitos de Napoleón.
Además, se ocupó de organizar una sociedad secreta que se denominó la Logia de Lautaro —este era el nombre de un caudillo araucano que defendió la libertad de su pueblo a los comienzos de la conquista española—. La sociedad estaba formada como las logias masónicas de Cádiz y de Londres, similar a la que en Venezuela tenía como miembros a Miranda, Bolívar y Andrés Bello. Su objetivo era: "trabajar con sistema y plan en la independencia de la América y su felicidad". Sus miembros principales, además de San Martín eran: Alvear, Zapiola, Bernardo Monteagudo, Juan Martín de Pueyrredón.

Remedios de Escalada

El 12 de setiembre de 1812 se casa con María de los Remedios de Escalada, mujer joven y bella, que pertenecía a una de las distinguidas familias del país.

En octubre de 1812, cuando llega la noticia de la victoria del ejército de Belgrano en Tucumán, se produce en Buenos Aires un movimiento preparado por la Logia con el objeto de imponer a sus candidatos en el Triunvirato. Con la presión de los cuerpos armados y del pueblo, se nombra el Segundo Triunvirato constituido por: Juan José Paso, Nicolás Rodríguez Peña y Antonio Álvarez Jonte. Se exige además llamar a una Asamblea suprema con delegados de todas las provincias con el fin de dictar una constitución.
Los primeros actos del Triunvirato consisten en reforzar el ejército y mandar una expedición para que ponga sitio a Montevideo, ocupada por los realistas.
En enero de 1813 se consolidan las posiciones militares: el general José Rondeau estrecha el sitio de Montevideo mientras en Buenos Aires, el domingo 31 de enero se reúne la Asamblea General Constituyente, conocida en la historia con el nombre de Asamblea del año 13, aunque se reunió durante varios años más. Casi todos los miembros de la Asamblea eran de la Logia de Lautaro. Se aprueban importantes reformas legales: El nombre del rey de España desaparece de los documentos públicos; la Asamblea se declara soberana; se eliminan los escudos de armas y los títulos de nobleza; Se aprueban los colores de la bandera de Belgrano, el escudo nacional, el himno; se elimina la Inquisición y se queman los instrumentos de tortura; se defiende la libertad de imprenta; se pone límite a la esclavitud decretando la "libertad de vientres".

Combate de San Lorenzo

Los realistas de Montevideo dominaban los ríos interiores con su flota, asolaban las poblaciones costeras y hacían frecuentes desembarcos para obtener ganados y otros alimentos. En enero llegó a Buenos Aires la noticia de que se preparaba una escuadra realista mandada por el corsario Rafael Ruiz y las tropas de desembarco por el capitán Juan Antonio Zabala.
El 28 de enero, el Triunvirato ordena al coronel San Martín que protegiese las costas del Paraná del desembarco realista. Los granaderos siguieron el avance de la flota enemiga que constaba de 11 naves y unos trescientos soldados. Las naves pasaron el pueblo de Rosario y fondearon frente al Monasterio de San Carlos, en San Lorenzo, aguas arriba. Los españoles bajaron a tierra, subieron las altas barrancas y se encontraron con los pacíficos frailes. Luego llegaron algunos paisanos al mando de Caledonio Escalada, comandante militar del Rosario, y, cuando los realistas volvían a embarcarse, intercambiaron algunos disparos de cañón. El dos de febrero por la noche llegan los granaderos de San Martín al convento y se ocultan en el patio, en silencio, sin encender fuegos. Desde la torre del convento, el Coronel vigilaba las señales de luces de las naves enemigas. Cuando despuntaba el sol del día 3 de febrero, las lanchas de la expedición realista tocaban tierra y subían el barranco en dos columnas dispuestos al combate. San Martín dividió a los granaderos también en dos columnas que, cuando sonó el clarín, cargaron desde cada lado del convento.

Combate de San Lorenzo

En la primera carga, el caballo de San Martín fue derribado trabando una pierna del Coronel. El granadero Baigorria traspasa con una lanza a un soldado español que intentaba herir a San Martín. El soldado Juan Bautista Cabral echó pie a tierra y levantó el caballo permitiendo a su jefe incorporarse, entonces fue herido de muerte. A las pocas horas del combate, ya conociendo el resultado, pronunció las famosas palabras:

"¡Muero contento! ¡Hemos batido al enemigo!" La victoria había sido obtenida en pocos minutos. Los realistas escaparon por la barranca abandonando sus armas, cañones y estandartes. La flota enemiga retornó derrotada a Montevideo y nunca más volvió a incursionar por el Paraná. San Martín escribió el parte del combate bajo la sombra de un añoso pino y regresó en triunfo a Buenos Aires.
Poco tiempo después se conocía el triunfo del General Belgrano frente a los realistas en la batalla de Salta, donde se rindió el ejército al mando de Pio Tristán. El año trece comenzaba favorable a los patriotas.

El Ejército del Norte.

Manuel Belgrano, luego de la batalla de Salta, se internó en las tierras del Alto Perú en persecución de los realistas pero debió retroceder hasta sus posiciones anteriores, en el valle de Lerma, luego de las derrotas de Vilcapugio ( 1° de octubre) y Ayohuma ( 14 de noviembre). Entonces el Triunvirato envía al norte a San Martín con un pequeño ejército de infantería y el cuerpo de Granaderos a Caballo. El ejército derrotado se reúne con las tropas de refuerzo en la posta de Yatasto, en el camino entre Salta y Tucumán, donde ambos patriotas se conocen y sellan una amistad que duraría toda sus vidas. Mientras tanto el 31 de enero de 1814, en Buenos Aires, la Asamblea nombra Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata a Don Gervasio Antonio Posadas por un período de dos años, sustituyendo el Triunvirato anterior. También en enero, San Martín toma el mando de un ejército derrotado, quedando Belgrano como su subordinado. El ejército realista, a cuyo frente estaba el general Pezuela, amenazaba las provincias de Salta y Jujuy. El ejercito patriota se concentra en la ciudad de Tucumán y el General comienza a instruirlo formando una nueva escuela militar y hace incorporar nuevos reclutas.

La frontera norte queda defendida por partidas de gauchos montados, al mando del valeroso teniente coronel Martín Güemes, natural de Salta y gran conocedor del terreno, que detienen, causan estragos en el avance realista, levantando a la población en contra del enemigo.

teniente coronel Martín Guemes

Mientras tanto en el Río de la Plata, la flota al mando del comandante Guillermo Brown vencía a la armada realista frente a Montevideo y lograba establecer el cerco marítimo que obligaría luego a rendir la plaza al ejército comandado por el general Alvear (junio de 1814). Al conocer esta derrota, los realistas, que intentaban conquistar las Provincias Unidas por la frontera norte, iniciaron la retirada concentrando sus fuerzas en el Alto Perú.

Plan Continental

Al poco tiempo de encontrarse San Martín en Tucumán, se dio cuenta que era imposible llegar a Lima, que en ese momento era el centro del poder realista, por el camino del Alto Perú. Cada ves que un ejército realista descendía del altiplano hacia los valles de Salta, era derrotado y , cada vez que un ejercito patriota ingresaba en el Alto Perú, era también aniquilado. Fue entonces que el General concibió la idea, que luego realizaría con éxito, de cruzar la cordillera y atacar la ciudad de Lima por el mar. Para mantener segura la frontera del norte bastaban las tropas salteñas al mando del general Güemes. El plan de conquistar el Perú por el Pacífico era lo que él llamaba "su secreto", que era compartido por unos pocos amigos de la Logia Lautaro.
En el mes de abril de ese año, una enfermedad le obliga a pedir licencia y pasa a restablecerse a una estancia cerca de la ciudad de Córdoba dejando al general Cruz al mando de las tropas del Ejército del Norte.
En agosto de ese año, por solicitud del general, el director Posadas lo nombra Gobernador Intendente de Cuyo, pues su estado de salud era delicado. En realidad San Martín se situaba en una posición muy conveniente para iniciar los planes que luego liberarían medio continente. Tardaría siete años para entrar en Lima.
Cuando el futuro Libertador se instalaba en Cuyo, del otro lado de la Cordillera de los Andes, la revolución del que se llamaba en aquel entonces "Reino de Chile", estaba en peligro: había sido invadido por las fuerzas realistas del Virreinato del Perú y luego de varias batallas, las fuerzas patriotas al mando de O´Higgins y José Miguel Carreras son derrotadas en la batalla de Rancagua (1° de octubre de 1814), donde los ejércitos chilenos son aniquilados dejando abierto el camino a la capital, Santiago. El general Carrera con el resto del ejército cruzó la cordillera refugiándose en el territorio de Cuyo, gobernado por San Martín.
A Buenos Aires llegaban las noticias de que Napoleón había sido vencido y confinado a la isla de Elba. El rey Frenado VII había entrado en Madrid luego de seis años de cautiverio. El primer acto de gobierno fue abolir la constitución de Cádiz y condenar a muerte a todo aquel que se opusiera a su soberanía. Al poco tiempo restableció el Tribunal de la Inquisición.
Es en este momento que la Revolución Sud Americana parece derrotada en todos sus frentes. Perdido Chile y el Alto Perú, con los realistas fuertemente establecidos en Lima; la revolución venezolana era vencida y sus líderes, Bolívar y Mariño, se refugian en Cartagena; los liberales españoles perseguidos. Sólo en el Río de la Plata ondean los estandartes de la Libertad y la Independencia.

Gobernador de Cuyo

En Buenos Aires, a comienzos de 1815 se produce la renuncia del Director Supremo, Posadas, y es nombrado en su remplazo el general Carlos María de Alvear, que estaba enfrentado con San Martín, quien para evitar una destitución, solicita su reemplazo. Alvear nombra entonces Gobernador de Cuyo al coronel Gregorio Perdriel. Esto pone a la ciudad de Mendoza en conmoción y, reunido el cabildo el 16 de febrero, solicitan al Director Supremo que conservase en el gobierno al general San Martín, alegando que había un peligro cierto de una invasión realista a través de la cordillera. El Director entonces accede a la petición del Cabildo de Cuyo y confirma a San Martín en el cargo. Al poco tiempo, en Buenos Aires, el Cabildo pide la renuncia de Alvear y es nombrado como Director Supremo el general Rondeau, con la condición de disolver la Asamblea (que había sido nombrada por los cabildos provinciales) y llamar a un nuevo congreso elegido por el sufragio universal (18 de abril). Terminaba así la importancia de los cabildos, que era una herencia de la tradición colonial.

Ciudad de Mendoza

Los ciudadanos de Mendoza se constituyen en cabildo abierto. Deciden que no obedecerán a ningún gobierno que no sea elegido por la voluntad de los pueblos y que declara nulo el nombramiento del Gobernador Intendente hecho por el Director Supremo. Se aclama a continuación a San Martín como Gobernador de cuyo por la voluntad popular. Los cabildos de San Juan y San Luis confirmaron estas declaraciones.


Entonces San Martín emprende la creación del Ejército de los Andes, en el que el pueblo de Cuyo contribuyó con todo lo que podía. Se establecieron nuevos impuestos, se rematan las tierras públicas, se crea una contribución extraordinaria de guerra, se recibieron donaciones en joyas y en dinero, se gravó con un peso cada barril de vino. Además se usaban los transportes de carretas en forma gratuita para los materiales que necesitaba el ejército y a las personas, sin retribución para trabajos públicos, los artesanos servían en los talleres militares sin sueldo, y las mujeres contribuían con sus labores cosiendo gratuitamente los uniformes de los soldados.
Se conoció en esos momentos que España preparaba una expedición de diez mil hombres, al mando del general Murillo, que se dirigía hacia el Río de la Plata a sojuzgar a los rebeldes y someterlos al dominio del rey. El entonces coronel San Martín reunió al pueblo de Cuyo en cabildo abierto y el 6 de junio de 1815 distribuyó un bando que conviene transcribir en parte porque demuestra el temple del Libertador: "Es llegada la hora de los verdaderos patriotas. Se acerca al Río de la Plata una expedición de diez mil españoles. Ya no se trata de encarecer y exaltar las virtudes republicanas, ni es tiempo de exhortar a la conservación de la fortunas o de las comodidades familiares. El primer interés del día es el de la vida: este es el único bien de los mortales. Sin ella, también perece con nosotros la patria. Basta de ser egoístas para empeñar el último esfuerzo en este momento único que para siempre fijará nuestra suerte. A la idea del bien común y a nuestra existencia, todo debe sacrificarse. Desde este instante el lujo y las comodidades deben avergonzarnos… Desde hoy quedan nuestros sueldos reducidos a la mitad. El empleado que no quiera donar lo que deja de percibir recibirá un boleto par su abono en mejores circunstancias. Yo graduaré el patriotismo de los habitantes de esta provincia por la generosidad… Cada uno es centinela de su vida."
Las damas de Mendoza, encabezadas por María de los Remedios de Escalada de San Martín, su esposa, fueron recibidas por el cabildo en audiencia y, en presencia del pueblo, se despojaron de sus alhajas y donaron sus joyas a la patria.
Llegamos así al final del año 1815 con las desalentadoras noticias de la derrota del Ejército del Norte, dirigido por Rondeau, en la batalla de Sipe-Sipe el 29 de noviembre de dicho año y deben regresar a Salta. Las fuerzas del virrey del Perú, comandadas por el general Osorio, dominan Chile. El ejército de Murillo, que debía llegar a Buenos Aires había desembarcado en Venezuela y batía a las tropas de Bolívar. Fue entonces cuando San Martín, al mando del pequeño ejército de Cuyo era la única esperanza de las Provincias Unidas. Es en estas circunstancias que reúne a sus oficiales y expone su plan del paso de los Andes y la reconquista de Chile.

El año 1816.

A fines del año anterior había sido restituido Fernando VII, al que en la Península llamaban "El Deseado". Sus primeras disposiciones en el trono defraudaron a los americanos. Cono ya dijimos, derogó la Constitución de Cádiz, que habían establecido las Cortes y se habían declarado Soberanas y, lo que es peor, declaró "reo de lesa Majestad" a los independientes, imponiéndoles la pena de muerte. Esto tarjo como consecuencia que los generales realistas cometieran enormes crueldades contra las poblaciones rebeldes, especialmente en Venezuela y en el Alto Perú.
A principio de año comienzan a llegar a la ciudad de Tucumán los delegados de las distintas provincias —electos por sufragio universal— y el 24 de marzo se constituye allí el Soberano Congreso Nacional de las Provincias Unidas del Río de la Plata. La Gobernación de Cuyo tenía cuatro delegados, amigos de San Martín y miembros de la Logia Lautaro. Por la provincia de San Juan: fray Justo de Santa María de Oro y Francisco Narciso Lapida; por Mendoza: Tomás Godoy Cruz y don Agustín Maza; por San Luis, Juan Martín de Pueyrredón, que estaba distanciado de San Martín por su actuación en el episodio de la disolución del primer Triunvirato en 1812.
San Martín insiste ante los delegados de su gobernación en la pronta reunión del congreso. En el mes de mayo el Congreso trata de la elección del nuevo Director Supremo. El primer candidato considerado es Belgrano, luego se piensa en San Martín, pero los delegados de Cuyo se oponen, finalmente es designado el día 3 de ese mes Juan Martín de Pueyrredón como Director Supremo, con el consentimiento de los delegados de San Martín. Godoy Cruz había limado las asperezas entre los dos patriotas.
Mientras tanto, San Martín, como Gobernador de Cuyo, insistía ante el Director Supremo la conveniencia de acometer la empresa del paso de los Andes. Ya había comenzado con sus actividades de espionaje y tenía confidentes en Santiago dentro de las esferas realistas que le comunicaban las actividades del gobernador Osorio, y luego las de su reemplazante Marcó del Pont. Así mismo sus espías fomentaban la insurrección en los patriotas de Chile preparando el terreno para la futura invasión. Había sido San Martín propuesto para comandar el ejército del Perú en reemplazo del general Rondeau, pero él no confiaba en el éxito de esta empresa y recomienda al Director que nombre a Manuel Belgrano en su lugar.
Durante este año se llevan a cabo varias batallas navales realizadas por corsarios con el pabellón del Río de la Plata, que capturan presas entre los barcos que realizan la travesía entre América y España, interceptando valiosos cargamentos, entorpeciendo el tráfico de esclavos, lo que le vale a estas provincias el reconocimiento de la opinión liberal de Europa. A su vez se intercepta correspondencia confidencial que permite conocer el verdadero estado de las tropas realistas en el Caribe y en Venezuela y por este medio se conoce en Buenos Aires los progresos de Bolívar y de las tropas independientes de México. En este contexto se prepara la expedición del Comandante Guillermo Brown, secundado por Hipólito Buchardo, que partiendo desde el Río de la Plata, dobla el cabo de Hornos y ataca las fortalezas Españolas de Chile y luego los puertos fortificados del Callao y Guayaquil. Esto permite a los patriotas conocer las defensas de estos puertos que luego serían de utilidad para la campaña al Perú y formarían el comienzo de la flota libertadora.
Luego de la derrota de Sipe-Sipe en el Alto Perú, San Martín cree que ya ha llegado el momento de promover su idea de la conquista de Lima por el Pacífico. Envía entonces a su delegado, Manuel Ignacio Molina, a Buenos Aires para convencer al Director de la conveniencia de la expedición a Chile. El Ministro de Guerra era Tomás Guido, amigo de San Martín y miembro de la Logia, que ya estaba al tanto de la idea del Libertador, pero el gobierno no estaba convencido aún. La misión de Molina, si bien no pudo convencer al gobierno de autorizar la expedición, al menos consiguió una ayuda de 5.000.- pesos mensuales para el ejército.
Sirviéndose de la astucia, San Martín hace correr la noticia que su ejército se preparaba para marchar hacia el Alto Perú. Hizo los preparativos del traslado para intentar que los realistas cruzaran la cordillera pensando que Mendoza quedaba desguarnecida, y así vencerlos en una batalla de este lado de la cordillera. Pero Marcó del Pont no cayó en la celada y nada hizo.
San Martín envía entonces a Buenos Aires a su ayudante de campo, José Antonio Álvarez Condarco, ingeniero militar, con un detalle de la campaña que planeaba. Condarco se entrevista con Antonio González Balcarce, que actuaba en forma interina hasta la llegada del nuevo Director Supremo. Pueyrredón era partidario ya del plan de la invasión a Chile, entonces dio instrucciones de apoyar a San Martín con los pertrechos de campaña (mes de junio). A partir de entonces la Capital comenzó a enviar suministros que hicieron posible la expedición.
San Martín insiste además ante sus delegados al Congreso en la necesidad de declarar la independencia. Le escribía a Godoy Cruz: "¿Hasta cuándo esperamos para declarar nuestra independencia? ¿No es una cosa bien ridícula acuñar moneda, tener pabellón y cocarda nacional, y por último, hacerle la guerra al soberano de quien se dice dependemos… …Los enemigos (y con mucha razón) nos tratan de insurgentes, puesto que nos reconocemos vasallos." "Si esto no se hace, el Congreso es nulo en todas sus partes, porque reasumiendo la soberanía, es una usurpación que se hace al que se cree verdadero soberano, es decir, al rey de España." El 9 de julio el Congreso declara la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata de la dominación de los reyes de España y su metrópoli. Ya no había posibilidad de reconciliación con Fernando VII.
Pensando en los pasos para cruzar la cordillera, San Martín aprovecha el hecho de la declaración de la independencia para notificar de ella a Marcó. Envía a Álvarez Condarco por el paso de Los Patos (el más largo) para entregar el acta a los jefes realistas. Antes de partir le dijo: "como es seguro que así entregue usted el pliego que lleva lo despedirán con cajas destempladas por el camino más corto, que es el de Uspallata (si no lo ahorcan) dará usted la vuelta redonda y podrá a su regreso formarme un croquis sobre el papel."
El 15 de julio se reúnen en Córdoba el Director Pueyrredón con San Martín donde combinan los aspectos de la expedición. A partir de allí sellan su amistad que durará toda sus vidas. Queda así decidida la expedición a Chile.

El cruce de los Andes

Una vez obtenido el apoyo político a su proyecto, San Martín se dispone a realizar los preparativos de la empresa. La maestranza estaba a cargo de fray Luis Beltrán, natural de Mendoza, quien dejó los hábitos y, comandando trescientos trabajadores, fundió cañones, balas, granadas y preparó todos los implementos necesarios para la difícil marcha. La armería estaba a cargo del mayor De la Plaza y la fábrica de pólvora la dirigía el mayor ingeniero José Antonio Álvarez Condarco. Para los uniformes, Beltrán construyó una tejeduría y una tintorería para proveer los paños que las damas de Mendoza luego cosían.
El Director Supremo, ya instalado en Buenos Aires, el día 1° de agosto promueve al entonces coronel mayor San Martín al grado de general en jefe del Ejército de los Andes, acuñando el nombre con que se conocería al ejército libertador de la mitad de América del Sur. Luego aumentó la asignación para dicho ejército a 8.000.- pesos mensuales.
En septiembre de ese año, traslada su ejército, que se componía de 4.000 hombres, al campamento del Plumerillo, al norte de la ciudad de Mendoza, donde Los soldados y los jefes se entrenan para el combate. Desde allí se completaron los últimos pertrechos necesarios.
El día 5 de enero de 1817, el ejército se dirige formado de gran parada hasta Mendoza donde, en presencia de las autoridades y del pueblo, juran la bandera celeste y blanca del ejército y como patrona, a la virgen del Carmen.
San Martín ocultaba el punto por donde cruzarían la cordillera y hacía llegar a Marcó del Pont rumores de distintos posibles pasos, insinuaba que cruzaría por el sur y luego hacía correr rumores de que atacaría por el norte con el objetivo de dividir sus fuerzas y lograr una sorpresa.
Todo estaba listo en el Plumerillo para cruzar el ejército de 4000 hombres, con sus caballos cañones municiones y víveres para un mes. Dos divisiones, al mando del general Miguel Estanislao Soler y O´Higgins cruzarían por el Paso de los Patos. Otra, al mando de Las Heras, debía marchar por el camino de Uspallata con la artillería. Una división ligera al mando de Juan Manuel Cabot cruzaría desde San Juan por el Portezuelo de la Ramada y apoderarse de Coquimbo. Otro destacamento ligero debía cruzar desde La Rioja y ocupar Copaipó cruzando la cordillera por el paso de Vinchina. Por el sur, el capitán Freyre penetraría por el Planchón para apoyar a las guerrillas chilenas.

Cruce de la Cordillera

Durante la segunda mitad de enero partieron las distintas divisiones llevando instrucciones secretas. Las órdenes eran que todos aparecieran simultáneamente sobre el territorio chileno entre el seis y el ocho de febrero.


Quiero transcribir aquí el parte enviado por el Libertador al Director Pueyrredón, ya desde el lado chileno de la cordillera: "El tránsito de la Sierra ha sido un triunfo. Dígnese V. E. figurarse la mole de un exército moviéndose con el embarazoso vagage de subsistencias para quasi un mes, armamento, municiones, y demas adherentes por un camino de cien leguas, cruzado de eminencias escarpadas, desfiladeros, travesías, profundas angosturas, cortado por cuatro cordilleras; en fin donde lo fragoso del piso se disputa con la rigidez del temperamento. Tal es el camino de los Patos que hemos traído…"
En efecto, a las dos de la tarde del 8 de febrero, las dos columnas principales ocupaban los pueblos de San Antonio de Putaendo y Santa Rosa de los Andes despejando el camino hacia el Pacífico.





Segunda Parte: Libertador de Chile


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