sábado, 25 de abril de 2009

EL JUICIO A JUAN MANUEL DE ROSAS /ART- RELACIONADO

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Juicio a Juan Manuel de Rosas en la Universidad de Mar del Plata

El 4 de diciembre pasado se realizó en la Universidad de Derecho de Mar del Plata un juicio a Juan Manuel de Rosas.
La acusación era: ¿Por qué no convocó el congreso general federativo, dispuesto en una de los artículos del Pacto Federal de 1831? , y su negativa a dictar la constitución y temas que de ahí vienen derivados.
El equipo de defensores de Rosas, buscando argumentos para defensa llegó a nuestra página donde PENSAMIENTO NACIONAL publica libros y artículos de José María Rosa. Inmediatamente se comunicaron con nosotros y les facilitamos bibliografías y en especial les transcribimos parte del libro de Jaime Gálvez “Rosas y el proceso Constitucional”, libro que más específicamente tocaba el tema.
El juicio, que se prolongó ese sábado 4 de diciembre hasta las 11 de la noche, fue ganado por la defensa en todas las acusaciones, y según la palabra de los brillantes abogados “ la figura de Rosas salió ilesa, absuelto del mismo, sin podérsele comprobar ningún cargo acusatorio”. Y además les valió un 10 promediable con el resto de sus notas.
El estudiante Martín Rapallino, futuro brillante abogado y conductor del grupo de la defensa nos ha hecho llegar el texto de su defensa:
Eduardo Rosa/ Pensamiento Nacional
ESCRITO DE LA DEFENSA DEL BRIGADIER DON JUAN MANUEL DE ROSAS.
Conocida previamente la acusación, y oídas las probanzas invocadas, esta defensa rechaza en todos sus términos los argumentos vertidos por la fiscalía en su requisitoria, y sostiene que en cambio, analizado el desempeño del Señor Juan Manuel de Rosas, durante el período comprendido entre el año 1829-1832 y 1835-1852, en que se desempeñó como gobernador de la Provincia de Buenos Aires y como Jefe de la Confederación Argentina, dio cumplimiento con las obligaciones y deberes de los cargos con los que le fueron encomendados, dando la unidad nacional del Pacto Federal de 1831, que detuvo el proceso de disgregación del Virreinato del Plata; imponiendo el orden interno; logrando la independencia económica de la Confederación Argentina; obteniendo el respeto por nuestra soberanía; generando la mejora social de la clase popular, característica del único gobierno popular que tuvo la Argentina en el siglo XIX.
La defensa entiende y hace saber que para poder abordar los temas postulados por la Fiscalía es necesario realizar un análisis de los hechos históricos y sus respectivas consecuencias ocurridos simultáneamente en ese período, trascendentales para nuestra historia, que explican las razones por la cual no se concretó la convocatoria a un Congreso General Federativo y por consiguiente una carta constitutiva.
Lo expuesto a modo de introducción anteriormente se sustenta con las siguientes probanzas:
Tema nº1
1. Aspecto económico,
2. Intereses de Juan Manuel de Rosas
PRUEBA DE LA DEFENSA Nº1:
El historiador Carlos A. Elizagaray, en su artículo “Rosas, Fundador de la Nación” publicado en la revista del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas afirma que:
“El Rosas de 1820 que concurre a poner el orden en Buenos Aires, no es el Rosas que como gobernador restaura las leyes y las instituciones devastadas por Rivadavia. Y tampoco el mismo Rosas que a partir de 1831, suscribe el Pacto Federal con Santa Fe y Entre Ríos primero y después con todas las provincias, abogando por el control de la aduana por Buenos Aires. Y finalmente es también diferente al Rosas que asume a la jefatura nacional y en ese carácter promulga en 1835 la Ley de Aduana, de neto corte proteccionista, tal cual se lo había requerido Ferré, y como convenía a todas las provincias.”
(Pág. 25)
“Al asumir el poder, Rosas se enfrenta con los problemas nacionales, y obrará en consecuencia. Han quedado atrás las discusiones con el correntino Ferré, sobre el control de la aduana de Buenos Aires. Y posiblemente como consecuencia de esas diferencias advierte que debe gobernar a beneficio de todo el país, y es entonces cuando dicta la Ley de Aduana de 1835 por la que, si bien no distribuía los ingresos de la aduana que debe preservar para atender a las necesidades del Ejército Nacional, las relaciones exteriores y los requerimientos de las provincias más necesitadas, castiga con altos aranceles la importación de artículos similares a los que se fabrican en el país, generando el florecimiento de industrias y artesanías del interior.
Rosas produce una transformación revolucionaria en el sistema de colonización efectiva de la tierra, anulando en buena medida los efectos perniciosos que había producido la Enfiteusis de Rivadavia, paralizando la propiedad agraria. Se liberaron gran cantidad de tierras, a las que accedieron más propietarios. Cobró los impuestos atrasados y de contribución territorial, que nunca se habían percibido.”
PRUEBA DE LA DEFENSA Nº2
José María Rosa en su obra “Rosas nuestro contemporáneo” capítulo V: Política Económica de Rosas, Primer acto de liberación: la Ley de Aduana de 1835 afirma que:
“Conjeturablemente, Rosas no advirtió la índole de las ligaduras con el extranjero al asumir el gobierno por primera vez, en 1829; sólo la mentalidad de los unitarios que anteponían su clase social a la nacionalidad, y creyó posible reconducirlos al buen camino. Cuando se dio cuenta del motor que los movía, comprendió que la lucha sería tremenda y, tal vez perdida de antemano. Es cierto que tenía el pueblo consigo, pero un gran pueblo y un gran jefe no bastan para liberar a una nación. Se necesitaba una élite, y no la encontraba. Sólo podía gobernar desentendiéndose del problema fundamental de liberar a la Argentina del imperialismo.
Pero en 1835 está otra vez en el gobierno. Ahora se llevará todo por delante, aunque debe saber en lo íntimo que su fama y su honra, se la comerán los perros, como decía Sancho Panza.
El 18 de noviembre de 1835, en uso de la suma del poder público, dicta por su propia autoridad la Ley de Aduana que regiría desde el 1º de enero de 1836. Rompe con ella el esquema liberal. No habría más libertad de comercio, que mataba las industrias nativas en beneficio de las fábricas de Inglaterra: prohíbe la introducción de similares extranjeros de aquellos productos que aún se elaboraban en el interior (tejidos, algunas herrerías y carpinterías, etc.) y grava con altos aranceles la importación de aquellas que podían fabricarse en el país. Favoreció también a los alcoholes y vino de Cuyo, azúcar de Tucumán y Corrientes, tabacos de Salta y yerba de Misiones.
¿Cómo Rosas, estanciero y porteño, pudo hacer una ley en beneficio de los industriales y las provincias del interior? No lo podrían entender quienes suponen intereses materiales en toda gestión política, pero resulta fácil explicárselo aceptando que Rosas hacía prevalecer las conveniencias nacionales sobre las ventajas locales o personales. Pero al móvil patriótico no lo comprenden todos los historiadores.
La Ley de Aduana – que rigió con algunas modificaciones hasta la caída de Rosas – sirvió para muchas cosas buenas: a) quitar los recelos del interior contra Buenos Aires; b) crear una considerable riqueza industrial (por supuesto, aun en su fase artesanal, aunque en 1845 – gobernaba Rosas – se estableció la primera máquina a vapor); y c) no hacer tan vulnerable al país a un bloqueo de las potencias marítimas si se hubiese dependido exclusivamente de la exportación e importación”
PRUEBA DE LA DEFENSA Nº3
José María Rosa en su obra Historia Argentina, tomo IV capítulo III “Rosas y la Confederación Argentina” subíndice 3. El Pacto Federal: Puntos de vista de Buenos Aires y Corrientes afirma que:
“el 20 de julio se reúnen en Santa Fe los comisionados de las provincias federales: José María Roxas y Patron por Buenos Aires, Domingo Cullen por Santa Fe, Diego Miranda por Entre Ríos y Pedro Ferré por Corrientes.
A Roxas y Ferré se les encomendó el anteproyecto del Pacto. Ferré presentó un borrador creando una comisión representativa que llamaría a un congreso constituyente, imponía trabas a la entrada de manufacturas extranjeras y repartía el producto de la Aduana de Buenos Aires a todas las provincias. Roxas objetó con su carencia de instrucciones y la negociación llegó a un punto muerto.
La polémica de Ferré con Roxas y Patron ha sido explicada por aquél en su Memoria. Ferré defendía los intereses correntinos que descansaban primordialmente en la industria, y los suyos propios, ya que era dueño de una carpintería de ribera; Buenos Aires no tenía industrias elaborativas de consideración y su riqueza estaba en la ganadería. Es notable que Rosas por boca de su delegado Roxas y Patron defendiera el librecambio en 1831, cuando establecería el proteccionismo en 1835. Tal vez lo convencieron los argumentos de Ferré, o quizás obraba en 1831 “como hombre de Buenos Aires” y en 1835 como “hombre de la Confederación.
El reparto de la aduana entre las provincias era tan injusto como su aprovechamiento por Buenos Aires con fines edilicios como lo hizo Rivadavia en 1821. El producto de la aduana debía destinarse a gastos nacionales, y Buenos Aires mantenía las relaciones exteriores, el ejército y la marina y pagaba la deuda nacional.”
PRUEBA DE LA DEFENSA Nº4
José María Rosa en su obra “el Revisionismo Responde” capítulo 33 afirma que:
“Rosas, como todos los estancieros, estuvo en un principio con la oligarquía. En octubre de 1820 defiende el “orden” contra las “anarquistas” federales del motín Pagola. Pero la política de Rivadavia llevó a los estancieros, y a una fracción de la burguesía urbana porteña, a unirse con los federales encabezados entonces por Dorrego: de la correspondencia de Rosas con Tomás Manuel de Anchorena, surge, cómo los estancieros comprendieron el sentido nacional del federalismo como también el advenimiento del pueblo como un hecho irreversible.
El conflicto francés de 1838-40, puso a una parte considerable de los estancieros (prácticamente a toda la clase) en contra de Rosas. El bloqueo del puerto y litoral argentino perjudicaba sus exportaciones (carne salada, cuero, sebos, astas, etc.) y preferían sus patacones a la soberanía nacional. En el levantamiento de los estancieros (llamado con benevolencia “de los libres del Sur”) anduvo complicado hasta un hermano de Rosas. ¿Por qué Rosas no se allanó a las pretensiones francesas evitando un conflicto que estuvo al borde de costarle el gobierno, y además era perjudicial para sus intereses privados? Ni esto ni tantas otras cosas de la política rosista – como la Ley de Aduana de 1835 – han sido comprendidas por quienes ven en su política simplemente la de un estanciero en beneficio de su clase. Rosas fue algo más que un estanciero: fue el jefe responsable de una nación, y sus conveniencias particulares no prevalecieron sobre las de la patria.”
PRUEBA DE LA DEFENSA Nº5
El historiador Waldo Ansaldi en su obra “Rosas y su tiempo” capítulo 2 la concepción de Rosas sobre la organización constitucional afirma que:
Con respecto al pensamiento de Estanislao López de que Juan Manuel de Rosas actuaba influenciado por su entorno y sus intereses, éste le replica en carta del 17 de mayo de 1832 al mismo Estanislao López:
“…Aquí tengo que detenerme a hacer notar a usted la grande equivocación en que está, según veo por su carta, de que en esta línea de conducta soy influido por algunas personas que me cercan; y para demostrarle su error, me bastaría recordarle que en nuestra entrevista del Rosario, le dije francamente que la Comisión Representativa debía cesar, porque conjeturaba que sería muy difícil que los Diputados se detuviesen en los limites señalados en el Tratado
Tema nº2
1. Pacto Federal de 1831, artículos 15 y 16
2. Comisión Representativa
PRUEBA DE LA DEFENSA Nº6
Jaime Gálvez en su obra “Rosas y el proceso constitucional” capítulo V El Pacto Federal de 1831 afirma que:
“Los artículos 15 y 16, que son los más importantes, han sido mal comprendidos muchas veces, por lo que conviene hacer resaltar su sentido.
El Art. 15 reza: “Ínterin dure el presente estado de cosas y mientras no se establezca la paz pública de todas las Provincias de la República, residirá en la capital de Santa Fe una Comisión compuesta de un diputado para cada una de las tres provincias litorales, cuya denominación será “Comisión representativa de los gobiernos de las Provincias litorales de la República Argentina”, cuyos diputados podrán ser removidos al arbitrio de sus respectivos gobiernos, cuando lo juzguen conveniente nombrando otros inmediatamente en su lugar.
¿Qué quiere decir esto? Pues que en tanto siga la guerra civil, continuará existiendo la Comisión, que por eso es provisoria.
¿Qué iba a hacer dicha Comisión? El Art. 16 trae la respuesta: “Las atribuciones de esta Comisión serán:
“1º Celebrar tratados de paz a nombre de las expresadas tres Provincias, conforme a las instrucciones que cada uno de los diputados tenga de su respectivo gobierno, y con la calidad de someter dichos tratados a la ratificación de cada una de las tres Provincias.
“2º Hacer declaración de guerra contra cualquier otro poder, a nombre de las tres Provincias litorales, toda vez que éstas estén acordes en que se haga esta declaración.
“3º Ordenar se levante el ejército en caso de guerra ofensiva o defensiva y nombrar el general que debe mandarlo.
“4º Determinar el contingente de tropa con que cada una de las Provincias aliadas deba contribuir, conforme al tenor del artículo 13.
“5º Invitar a todas las demás Provincias de la República, cuando estuvieren en plena libertad y tranquilidad, a reunirse en Federación con las tres litorales; y a que por medio de un Congreso General Federativo se arregle la administración general del país, bajo el sistema federal, su comercio interior y exterior, su navegación, el cobro y distribución de las rentas generales, y el pago de la deuda de la República, consultando del mejor modo posible la seguridad y engrandecimiento general de la República, su crédito interior y exterior y la soberanía, libertad e independencia de cada una de las Provincias”.
Algunos apresurados han leído que la Comisión tenía las funciones de un Congreso. Nada más equivocado. Lo que Rosas ha escrito antes y que se ha reproducido, no revela intención de llamar enseguida a un sexto Congreso Constituyente. Además, la Comisión tenía una vida efímera según el Art. 15, pues sólo existiría mientras perdurara la guerra civil. Terminada ésta, finalizarían también las funciones de aquella. Tenía un carácter provisorio.
La Comisión no es un Congreso Constituyente, sino que tiene naturaleza diplomática, según las funciones atribuidas por el Art. 16:
1º Celebrar tratados de paz...
2º Hacer declaración de guerra...
3º Ordenar se levante el ejército...
4º Determinar el contingente...
5º Invitar...
Las cinco funciones de la Comisión se ejercerían “mientras no se establezca la paz pública de todas las Provincias de la República” e “ínterin dure el presente estado de cosas”, que son eufemismos usados para no mencionar la dura realidad: la guerra civil. Y mientras ésta existiera, existiría la Comisión.”
PRUEBA DE LA DEFENSA Nº7
El historiador Waldo Ansaldi en su obra “Rosas y su tiempo” capítulo 2 la concepción de Rosas sobre la organización constitucional afirma que:
El 17 de Mayo de 1832 Rosas le escribe a Estanislao Lopez una larga carta en la que desarrolla detalladamente su parecer sobre el accionar y los objetivos de la Comisión Representativa reunida en Santa Fe como resultado del tratado del Litoral (4 de Enero de 1831).
“La reunión de la Comisión Representativa tuvo por objeto especial nombrar al General en Jefe que había de dirigir la guerra contra los opresores de la nación, y concentrar en un punto el sufragio de los Gobiernos confederados en los casos imprevistos que ocurrieren durante la guerra.
Después de haber concluido esta, no incumbe ya a la Comisión Representativa sino cumplir religiosamente el artículo 15 de dicho Tratado, y cuando más, la atribución 5ª. del artículo 16, invitando y no convocando (pues es diferente) a las Provincias del interior a que se unan en federación con las Provincias litorales.
Si pudiera demostrarme, a lo menos de un modo que yo comprendiese, que la permanencia de la Comisión Representativa después de haber llenado los objetos para que fue instituida podría producir algún bien real a la Republica, usted me conoce compañero, por larga experiencia, y creo que me haría justicia de reconocer que no soy de los últimos que me habría conformado con la prórroga, pero lejos de prever algún resultado favorable, expresaba todo lo contrario, cuando previne al diputado de este Gobierno se retirase.
Habría esperado un poco más por las nuevas insinuaciones de usted, si no hubieren llegado a mis manos las cartas escritas por los Diputados de Corrientes y Córdoba, que el señor General Quiroga ha denunciado a los Gobiernos Provinciales, y que acompaño a usted en copia. ¿Podría yo consentir en que el Diputado del Gobierno de Buenos Aires se mantuviese en una corporación de cuyo seno sale la semilla de la discordia y de la disolución de la República?
Tema nº3
-Congreso General Federativo
-Constitución
-Conflictos interiores, exteriores
PRUEBA DE LA DEFENSA Nº8
José María Rosa en su obra “Historia Argentina” tomo IV subíndice 10, nos explica el pensamiento de Juan Manuel de Rosas, reflejado en la Carta de la Hacienda de Figueroa, sobre el Congreso General Federativo y la Constitución:
“En este lastimoso estado es preciso crearlo todo de nuevo, trabajando primero en pequeño y por fracciones, para entablar después un sistema que lo abrace todo…Una Republica Federativa es lo más quimérico y desastroso que pueda imaginarse toda vez que no se componga de estados bien organizados en si mismos, porque conservando cada uno su independencia y soberanía, la fuerza del poder general con respecto al interior de la República es casi ninguna, y su principal y casi toda su investidura es de pura representación en las relaciones con las naciones extranjeras”
“El argentino tendría que moldearse sobre la base de las instituciones provincianas. No crearse por congresos, sino por pactos interprovinciales”
¿Quiénes integrarían el Congreso?...
“…si en la actualidad apenas se encuentran hombres (del partido federal) para el gobierno particular de cada provincia, ¿de dónde se sacarán los que hayan de dirigir la República?”
Faltaban técnicos administrativos; los criollos no habían sido preparados durante la dominación española para el manejo burocrático.
Creer que a la “tranquilidad y libertad” se llegaría por el Congreso y la constitución, era poner el carro antes que los bueyes; era una “persuasión o triste creencia en algunos hombres de buena fe (los gobernadores) que da ansia a otros pérfidos y alevosos que alborotan los pueblos con el grito de Constitución para que jamás haya paz, ni tranquilidad, porque el desorden es en lo que únicamente encuentran su modo de vivir”
PRUEBA DE LA DEFENSA Nº9
Jaime Gálvez en su obra “Rosas y el proceso constitucional” capítulo IV Los Tratados Interprovinciales afirma que:
“Se ha visto ya que el Tratado del Pilar inauguró en 1820 una nueva era, la federación de hecho, donde las Provincias asoman a la vida nacional con una personalidad propia y quiérase o no, guste o disguste, en adelante serán partes imprescindibles en el proceso histórico nacional. Y con aquel tratado se inicia otro tipo, otra forma de organización, de caracteres contractuales y diplomáticos. Dichos tratados se harán de Gobierno a Gobierno, con la inevitable intervención de ministros y asesores jurídicos y diplomáticos de los pueblos de las provincias contratantes, desde 1820 convertidas por la fuerza de las cosas, de la vida, en entidades autónomas, en un federalismo en marcha.
Esta forma de organizar el país es paralela, y a la vez distinta, a la de los grandes Congresos Constituyentes. Estos se convocaron al estilo francés o sajón, con las espectaculares Asambleas rodeadas de la expectativa pública, la cual se estremece con los grandes discursos, con los torneos oratorios, donde no falta el demagogo ni el intrigante, con las citas clásicas o inflamadas, que los periódicos reproducirán y comentarán, convirtiéndose el Congreso en la gran caja de resonancia del país o en el portavoz de las ideas más exóticas, a veces, tocándose allí todos los temas, divinos y profanos, que pueden leerse en las colecciones especializadas.
Otras veces es el país que, asombrado, contempla estos Congresos que nunca terminan de parlamentar. Sumando unos con otros, estuvieron reunidos alrededor de diez años, sin llegar a dictar una Constitución unas veces y, en otras ocasiones, sancionando otras repulsivas a los caros sentimientos de los pueblos, que en 1820 y 1827 se levantaron contra disposiciones lesivas a su dignidad. También era notoria la falta de práctica política de las nuevas clases dirigentes, que todo debían improvisar, bajo las circunstancias internacionales más cambiantes y difíciles de entender.
En cambio, con más silencio a su alrededor y mejor trabajo de gabinete, se va tejiendo un tipo de organización práctico y concreto, nada abstracto, cuyo desarrollo se da a continuación:
23 de febrero de 1820.... Tratado del Pilar (Santa Fe, Entre Ríos y Buenos Aires).
24 de abril de 1820...... Banda Oriental, Corrientes y Misiones.
24 noviembre de 1820. Pacto de Benegas (Santa Fe y Buenos Aires).
24 febrero de 1821.... Tucumán y Santiago del Estero.
5 de junio de 1821....... Tratado de Vinará (Tucumán y Santiago del Estero).
21 de julio de 1821...... Córdoba, La Rioja y Mendoza.
22 de agosto de 1821.... Buenos Aires y Santa Fe.
19 de septiembre de 1821. Tucumán y Santiago del Estero.
23 de diciembre de 1821... Buenos Aires y Córdoba. Convenio Postal.
25 de enero de 1822...... Tratado del Cuadrilátero (Buenos Aires, Entre Ríos, Corrientes y Santa Fe).
20 de agosto de 1822.... Pacto de San Miguel de las Lagunas (San Juan, San Luis y Mendoza).
28 de diciembre de 1822... Entre Ríos y el Estado Cisplatino.
12 de marzo de 1823..... Santa Fe y el Cabildo de Montevideo.
12 de mayo de 1823...... Misiones y Entre Ríos.
4 de agosto de 1823...... Santa Fe y Entre Ríos.
4 de agosto de 1823...... Santa Fe, Entre Ríos y Montevideo;
9 de noviembre de 1823... Buenos Aires y Entre Ríos.
Durante la reunión del Congreso de 1824 al 27, hasta casi su fin, se interrumpe la actividad diplomática de las Provincias. Hay, como se dice hoy, un gran “suspenso” en el país. Toda la atención de éste, sus esperanzas, están puestas en el Congreso de Buenos Aires. Sólo se registran dos:
3 de enero de 1825....... Buenos Aires y Santa Fe.
25 de septiembre de 1825. Buenos Aires y Santa Fe.
Pero ya a la vista el fracaso del Congreso y de su Constitución unitaria, la Presidencia de Rivadavia, etc., vuelven a pactar las Provincias:
27 de abril de 1827...... San Luis y Mendoza.
11 de mayo de 1827...... Tucumán y Santiago del Estero.
17 de mayo de 1827...... Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes, Santiago del Estero, La Rioja, Salta, Mendosa, San Juan, San Luis y la Banda Oriental.
4 de septiembre de 1827... Tucumán y Santiago del Estero.
14 de septiembre de 1827. Corrientes y Entre Ríos.
3 de junio de 1827....... Tratado de Huanacaehe (San Juan, Mendoza y San Luis).
21 de septiembre de 1827. Córdoba y Buenos Aires.
24 de septiembre de 1827. Corrientes y Entre Ríos.
2 de octubre de 1827..... Buenos Aires y Santa Fe.
9 de octubre de 1827..... Corrientes y Misiones.
29 de octubre de 1827.... Buenos Aires y Corrientes.
29 de octubre de 1827.... Las Provincias delegan en el gobernador federal de Buenos Aires, Manuel Dorrego, la representación exterior.
Se abre otro paréntesis con la reunión de la Convención Nacional de Santa Fe de 1828, estudiada precedentemente. Disuelta, se siguen celebrando pactos:
8 de abril de 1829....... Córdoba y San Luis.
24 de junio de 1829...... Pacto de Cañuelas (Rosas y Lavalle).
7 de agosto de 1829...... Córdoba. y. Santa Fe.
24 de agosto de 1829..... Convención de Barracas (Rosas y Lavalle).
17 de octubre de 1829.... Buenos Aires y Córdoba.
18 de octubre de 1829.... Buenos Aires y Santa Fe.
En el año 1830 es extraordinaria la actividad diplomática interprovincial. En diciembre de 1829 ha subido al gobierno de la Provincia de Buenos Aires don Juan Manuel de Rosas, nuevo jefe del partido federal. En las provincias del interior domina el general José María Paz, unitario, quien se ha instalado en Córdoba derrocando a su legítimo gobernador. Paz comanda los restos del ejército nacional que vino a su mando desde el Brasil y depone no sólo a Bustos, sino también a Ibarra y a Juan Facundo Quiroga, Se forman dos grupos antagónicos: las provincias del Litoral y las del Interior, que así se preparan para la guerra civil:
28 de febrero de 1830 ... Santa Fe y Corrientes.
23 de marzo de 1830..... Buenos Aires y Corrientes.
8 de abril de 1830 ... Tratado de Peñaloza (Córdoba y Mendoza).
6 de abril de 1830....... Tratado de la Hacienda de Alta
Gracia (Córdoba y San Juan).
19 de abril de 1830...... Corrientes y Misiones.
8 de mayo de 1830....... Entre Ríos y Corrientes.
5 de julio de 1830 ...Pacto de Córdoba (Córdoba, Catamarca, San Luis, Mendoza, La Rioja. Adhirieron después Salta, Tucumán, Santiago del Estero y San Juan).
6 de julio de 1830....... Mendoza, San Luis, La Rioja,
Catamarca y Córdoba.
31 de agosto de 1830 ... Pacto de Córdoba estableciendo el “Supremo Poder Militar” para el Gral. Paz, con facultades extraordinarias (Córdoba, Catamarca, San Luis, Mendoza, La Rioja, Salta, Tucumán, Santiago del Estero y San Juan).
24 de noviembre de 1830.. Buenos Aires y Santa Fe”
PRUEBA DE LA DEFENSA Nº10
José María Rosa en su obra “Rosas nuestro contemporáneo” capítulo II El Pacto Federal de 1831, oportunidad de una Constitución afirma que:
“Desaparecida la liga, las distintas provincias aceptaron el Pacto Federal. Nació así, después de la prisión de Paz y derrota de Lamadrid, la Confederación Argentina.
A poco empezó una campaña de cartas y artículos de periódicos para convocar un congreso federativo que sancionase una "constitución federal". Una promoción de jóvenes doctores cargando la divisa punzó rodeaba con curiosa sincronización a los caudillos hablando de "organizar la República", como si organizar fuera copiar la constitución norteamericana dando al traste con el derecho vernáculo existente. Muchos gobernadores federales (López, Ferré, Ibarra, Heredia) y hasta el mismo Quiroga, cayeron momentáneamente en el falso miraje.
Lo evitó la intuición de Rosas.
Ahora se nos presenta como algo más que un caudillo: un estadista, un gran estadista que no se paga de palabras y busca realidades. Contrasta con la ingenuidad y bonomía de los demás caudillos, fácilmente enredados por los sofismas de los intelectuales. Rector de la naciente Confederación, Rosas señala a sus colegas la inconveniencia de reunir un "congreso de doctorcitos". No impone: convence, porque le sobra dialéctica. Del triunfo del pueblo conducido por sus caudillos había nacido la Confederación, y éstos deberían conducirla hasta que la clase ilustrada acabase por comprender el país. Porque el problema era que los humildes encontraban la patria en sus sentimientos, y los ilustrados la perdían con sus razonamientos. Llamar a éstos al gobierno en esos momentos era "sembrar el campo de cizaña y malas hierbas", escribe a Ferré; era abrir las puertas a la improvisación de quienes “arreglaban todo con un cuadernito” copiado de cualquier parte, le dice a Estanislao López. Los integrantes del futuro congreso deberían sentir la realidad Argentina: "Sólo entonces – la carta es a Quiroga – los hombres de saber, aptitudes morales y patrióticas se franquearán a representar (el país) en un congreso federativo". La base de un sistema político argentino debería ser "el pueblo, siempre": eso era sistema federal, según él. Copiando las leyes políticas anglosajonas se traería un régimen "donde los aristócratas y los poderosos lo sean todo, y el pueblo nada", argumenta a López, “como en Inglaterra, donde la decantada libertad se reduce a ser el pueblo más esclavo que en otras partes, pero con mucha apariencia de libertad; porque libres lo son solamente los grandes lores y el rey”
PRUEBA DE LA DEFENSA Nº11
El historiador Pacho O`Donnell en su obra “Juan Manuel de Rosas” Capítulo 22 No a la Constitución, nos facilita el pensamiento de Juan Manuel de Rosas sobre el congreso, quien en marzo de 1831 le escribe contrarrestando argumentos de Ferré con metáforas campestres:
“El señor Ferré quiere cosechar buen trigo en un terreno lleno de malezas de toda clase. Malezas que el mismo y todos los buenos hijos de la tierra hemos dejado tomar tanto cuerpo en nueve años, que para destruirlos lo que se necesita es una fuerte liga de labradores respetables…¡desengáñese el señor Ferré! Para recoger buen trigo es necesario, aun cuando la tierra no tiene malezas, prepararla bien y luego sembrarla, conociendo bien la estación y el temperamento.
Pero el señor Ferré quiere, antes de preparar esa unión de labradores y de contar con peones, arados, tesoro y bueyes y demás elementos, sin destruir las malezas exteriores e interiores del terreno, sin ararlo y preparar la tierra, sin espiar la oportunidad, etc., etc., sembrar en la peor estación, y ya recoger el más hermoso fruto, con una particularidad, que lo quiere recoger en los momentos mismos que empiece a sembrar.
De todo ello resulta la doble propagación de la maleza de una manera que mañana resultaría perdida la tierra para siempre… a no ser que se hiciera entrega de ella a los extranjeros, quienes claro está que la mirarían con agrado, y que nuestros hijos tendrían que ser esclavos, no ya para destruir las malezas, sino para cultivar las tierras ya dueñas de otros, a pesar de haberlas adquirido nosotros por haber nacido en ellas, y por el derecho de haberlas comprado con nuestra sangre.”
PRUEBA DE LA DEFENSA Nº12
El historiador Waldo Ansaldi en su obra “Rosas y su tiempo” capítulo 2 la concepción de Rosas sobre la organización constitucional nos facilita un documento de trascendental importancia para la comprensión de los sucesos a tratar acerca de la organización del país en ese momento:
“En febrero de 1873, Vicente G. Quesada y su hijo Ernesto visitan a Rosas en su destierro inglés. En la ocasión, esto es, veintiún años después de la batalla de Caseros, Rosas pasa revista a su gestión de gobierno y reitera su concepción del gobierno autocrático, de fuerza y paternal.
Señor –le dijo de repente mi padre-, celebro muy especial esta visita y no desearía retirarme sin pedirle que satisfaga una natural curiosidad respecto de algo que nunca pude explicarme con acierto. Mi pregunta es esta; desde que usted, en su largo gobierno dominó al país por completo, ¿Por qué no lo constituyó usted cuando eso le hubiera sido tan fácil, y sea dentro o afuera del territorio, habría podido entonces contemplar satisfecho su obra con el aplauso de amigos y enemigos?
-Ah!- replico Rosas, poniéndose súbitamente grave y dejando de sonreír- lo he explicado ya en mi carta a Quiroga. Esa fue mi ambición, pero gasté mi vida y mi energía sin poderla realizar. Subí al gobierno encontrándose el país anarquizado, dividido en cacicazgos hoscos y hostiles entre si, desmembrado ya en parte y en otras en vías de desmembrarse, sin política estable en lo internacional, sin organización interna nacional, sin tesoro ni finanzas organizadas, sin hábitos de gobierno, convertido en un verdadero caos, con la subversión mas completa en ideas y propósitos, odiándose furiosamente los partidos políticos; un infierno en miniatura.
La provincia de Buenos Aires tenia, con todo, un sedimento serio de personal de gobierno y de hábitos ordenados, me propuse reorganizar la administración, consolidar la situación económica, y poco a poco, ver que las demás provincias hicieran lo mismo. Si el partido unitario me hubiera dejado respirar, no dudo de que, en poco tiempo, hubiera llevado el país hasta su completa normalización; pero no fue ello posible, porque la conspiración era permanente y en los países limítrofes los emigrados organizaban constantemente invasiones. Fue así como todo mi gobierno se pasó en defenderme de esas conspiraciones, de esas invasiones y de las intervenciones navales extranjeras; eso insumido los recursos y me impidió reducir los caudillos del interior a un papel más normal y tranquilo. Además, los hábitos de anarquía, desarrollados en veinte años de verdadero desquicio gubernamental, no podían modificarse en un día.
Todas las constituciones que se habían dictado eran de carácter unitario.
Pero el reproche de no haber dado al país una constitución, me pareció siempre fútil porque no basta dictar “un cuadernito”, como decía Quiroga, para que se aplique y resuelva todas las dificultades; es preciso antes preparar al pueblo para ello, creando hábitos de orden y de gobierno, porque una constitución no debe ser el producto de un iluso sino el reflejo exacto de la situación del país.
Nunca pude comprender ese fetichismo por el texto escrito de una constitución, que no se requiere buscar en la vida práctica sino en el gabinete de los doctrinarios; si tal constitución no responde a la vida real de un pueblo, será siempre inútil lo que sancione cualquier asamblea o decrete cualquier gobierno. El grito de “constitución”, prescindiendo del estado del país, es una palabra hueca.
PRUEBA DE LA DEFENSA Nº13
Jaime Gálvez en su obra “Rosas y el proceso constitucional” capítulo VI El poder ejecutivo nacional. El encargo de las relaciones exteriores. Nos facilita el conocimiento de los conflictos acaecidos durante el gobierno de Rosas dando amplitud a la prueba de la defensa anterior.
“dichos acontecimientos se encuentran enumerados prolijamente en las reglamentaciones militares vigentes. El Reglamento de Anotación y Cómputo de Servicios del Ejército Argentino-65- establece los siguientes –Art.33 y 34- conflictos en la época del gobierno de Rosas:
Guerra internacional contra la Confederación Peruanoboliviana, iniciada el 19 de mayo de 1837 y terminada el 23 de marzo de 1839. Esta guerra aseguró la argentinidad de Salta y buena parte del norte argentino.
Guerra internacional contra Francia, iniciada el 8 de junio de 1838 y terminada el 31 de octubre de 1840, con el tratado Arana-Mackau
Guerra internacional contra Inglaterra y Francia juntas, iniciada el 22 de agosto de 1845 y terminada con Inglaterra el 24 de noviembre de 1849, y con Francia el 10 de mayo de 1850.
Guerra civil entre Corrientes y la Confederación, iniciada el 28 de febrero de 1839 y terminada el 31 de marzo de 1839. Empezó con la declaración de guerra del gobernador correntino Beron de Astrada y finalizó con la batalla de Pago Largo.
Guerra civil internacional de 1839-1840-1841. Comienza con el desembarco del unitario Lavalle en Entre Rios, el 3 de septiembre de 1839, con la colaboración de la flota de Francia, la conspiración de Maza en la ciudad de Buenos Aires, el levantamiento de los estancieros del Sud de la provincia bonaerense y la cooperación francesa. Termina con la acción de Rodeo del Medio, del 24 de septiembre de 1841.
Guerra civil entre Corrientes y Entre Ríos, iniciada el 12 de septiembre de 1841 y terminada el 26 de junio de 1842
Guerra civil entre Corrientes y Entre Ríos, empezada el 12 de diciembre de 1843 y terminada el 14 de agosto de 1846, con el tratado de Alcaraz.
Guerra civil entre la Confederación y Corrientes, iniciada el 20 de octubre de 1847 y terminada el 27 de noviembre del mismo año, con la batalla de Vences.
Guerra civil internacional de la Confederación Argentina contra Entre Ríos, Corrientes, El Estado Oriental y el imperio del Brasil, iniciada con el pronunciamiento de Urquiza del 1º de mayo de 1851 y terminada el 3 de febrero de 1852, con la batalla de Caseros.
PRUEBA DE LA DEFENSA Nº14
Las explicaciones sobre la convocatoria a un Congreso y las características de la constitución que sobrevino luego de la caída de Rosas nos las da José Maria Rosa en su obra “El Fetiche de la constitución; Constitución de 1853 estatuto de la Dependencia” capitulo V la constitución de 1853:
“La tragedia de nuestra historia es que entre nosotros faltó una clase dirigente: una minoría capacitada para asumir la dirección y la responsabilidad de la nación que surgía. Los hombres que tomaron el gobierno a poco de 1810 tenían títulos intelectuales, pero no estaban identificados con el pueblo gobernado; pertenecían a una clase que ya no era una aristocracia: una clase que ignoraba o despreciaba el medio popular. Y una minoría gobernante sin “virtud política" no es una clase dirigente porque nada dirige: simplemente medra”
“Después de las violentas crisis de 1825-27 y 1828-31, en que la minoría desplazada quiso retomar posiciones valiéndose del Congreso en aquélla y de la oficialidad del ejército en ésta, tres provincias firman en Santa Fe el Pacto Federal, poco después aceptado por las restantes de la nacionalidad escindida. El Pacto organiza la nación – lo que sobrevivía de la nación – como un acuerdo de convivencia y defensa mutua entre comunas autónomas: nace la Confederación Argentina, “unión permanente” dice el Art. 1º, ligado, por una vinculación espiritual que suplía la inexistencia de un fuerte poder central. Otra cosa no se podía hacer en 1831, por recelos mediterráneos al puerto y susceptibilidades provincianas. Pero se creaba el instrumento que, manejado con prudencia y voluntad, daría por resultado la consolidación definitiva.
Rosas, el iniciador del Pacto en los trámites previos en 1830; haría esa obra. Es un político – un gran político – que no se deja alucinar por palabras ni lo satisfacen victorias aparentes No cree en la eficacia de las constituciones importadas, ni en la urgencia de reunir un Congreso de notabilidades intelectuales: los ejemplos de 1819 y de 1826 están fijos en su memoria, y no cesa en sus cartas a los caudillos de provincias de desenmascarar la prédica minoritaria por el cuadernito. Su enérgica voluntad logra en veinte años de gobierno concluir con la anarquía endémica de Buenos Aires y reconquistar el bienestar económico para el interior, pese a los obstáculos que tesoneramente le colocan los desplazados. Afirma la Confederación Argentina en el exterior y en el interior”
PRUEBA DE LA DEFENSA Nº 15
El historiador Alberto Gonzáles Arzac en artículo “Pensamiento Constitucional de Rosas”, en la Revista del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas, edición enero-febrero-marzo de 1993, Bs. As., Argentina, página 30 sostiene:
“Mediante el Pacto Federal imponía Rosas su criterio globalizador para comenzar la definitiva organización del país: Todo lo que no se haga por tratados amistosos, en que obre la buena fe, el deseo sincero de unión y un conocimiento exacto de los intereses generales aplicando con prudencia a las circunstancias particulares, será siempre efímero, nulo para el bien, y solo propicio para multiplicar nuestros males decía en Carta a Estanislao López”.
A su vez dicho historiador, menciona más adelante:
“Rosas acompañó copia del Pacto en carta a Quiroga del 3 de febrero de 1831, diciendo que el documento “instruye de la conducta política de Buenos Aires y sus aliados, puntualizándole: “soy de sentir que no conviene precipitarnos en pensar en Congreso. Primero es saber conversar la paz y afianzar el reposo; esperar la calma e inspirar recíprocas confianzas antes de aventurar la quietud pública. Coincidía Rosas con lo dicho en su carta a López, donde reprochaba la actitud de quienes querían apresurar un Congreso mientras las provincias se encontraban en guerra: “ ¡ Congreso! ¡Congreso! ¡Hasta cuándo tendrán lugar entre nosotros esos delirios con que han logrado llenar nuestras cabezas ciertos hombres que no han pensado sino en esclavizarnos.
La correspondencia con Quiroga volvería a registrar opinión de Rosas, oponiéndose a la tentativa de “organizar, sin guardar el orden lento, progresivo, graduado, con la obra de la naturaleza, ciñéndose para cada cosa a la circunstancia del tiempo y el concurso de otras cosas influyentes”:
Poco antes del asesinato, de Facundo Quiroga, Rosas le expone sus ideas sobre la Organización Nacional (San Antonio de Areco, el 20 de diciembre de 1834, partiendo de una coincidencia básica: “Nadie… más que Ud. Yo podría estar más persuadido de la necesidad de una Constitución Nacional…” Quiroga llevaba ese escrito consigo cuando fue muerto en Barranca Yaco. En el original de la carta quedaron manchas de “alguna sangre de la ilustre víctima”; “así es porque cuando lo mandaron a matar nuestros enemigos, la teniía el General consigo”, diría Rosas tiempo después. No significa esto que Rosas haya sido contrario a la sanción de la “constitución escrita”. Lo dice en la carta a Facundo Quiroga del 20 de diciembre de 1834: “Que los pueblos se ocupasen de sus constituciones particulares para que después de promulgadas, entrásemos a trabajar los cimientos de la Constitución Nacional”. Y es así como durante su influjo dictaron constituciones numerosas provincias: Corrientes (1838), Jujuy (1835-1839), San Luis (1832), Santa Fe (1841), Santiago del Estero (1835).
PRUEBA DE LA DEFENSA Nº 16: Se ofrece Prueba Testimonial de Don Juan Facundo Quiroga, argentino, general del Ejército Federal.
PRUEBA DE LA DEFENSA Nº 17: Se ofrece Prueba Testimonial de Doña Encarnación Ezcurra, esposa de Don Juan Manuel de Rosas.
PRUEBA DE LA DEFENSA Nº 18: Se ofrece Prueba Testimonial de Don Felipe Arana, Ministro de Relaciones Exteriores de Don Juan Manuel de Rosas durante su segunda gestión. En ejercicio de sus funciones, suscribió en nombre de la Confederación, los Tratados Arana – Mackau / Arana-Le Predour, con la República de Francia, y Arana – Southern con la corona de Gran Bretaña.
Por todo lo expuesto anteriormente, considera esta Defensa que debe eximirse de los injustos cargos que se le endilgan, y oportunamente el jurado reconozca al Sr. Juan Manuel de Rosas por sus patrióticos servicios a la causa nacional y no permitir que se oculte y distorsione su noble accionar, como lo hicieron aquellos historiadores pertenecientes y colaboradores de la historia oficial, como ha manifestado ya en su momento el historiador José María Rosa en el Boletín del Instituto J.M. de Rosas nº 3 1968:
“La Historia Argentina fue escrita por hombres que en mayor o menor grado tenían de la patria un concepto exclusivamente formal. De allí que nuestra historiografía corriente – especialmente en los textos destinados a la enseñanza - exalte como valores próceres y califique de patriotas a quienes "se unieron con el enemigo y le prestaron ayuda y socorro", para rebajar en cambio con calificativos denigratorios a los que resistieron a ese enemigo. En la Revolución de Mayo ve solamente un movimiento doctrinario; y considera como propósito exclusivo de las luchas civiles redactar una "Constitución". Rivadavia es la gran figura porque "se adelantó a su tiempo" con proyectos de reformas liberales, y Rosas el "tirano" que retardó veinte años la organización nacional"
Nada dice de las causas por las cuales se perdió medio virreynato, de las tentativas de reconstruirlo, de los motivos que obligaron al levantamiento de los caudillos, de la defensa de la soberanía en 1838 y en 1845, de la independencia económica y las causas que motivaron su pérdida, de la posición internacional, etc. Nada dice tampoco sobre una interpretación social de la Argentina. Lo que no es institucional (tomado como sinónimo de liberal) no interesa a la historiografía didáctica.
Añadiendo su parecer Arturo Jauretche en su “Manual de Zonceras”:
“Las zonceras son principios introducidos en nuestra formación intelectual desde la más tierna infancia -y en dosis para adultos- con la apariencia de axiomas, para impedirnos pensar las cosas del país por la simple aplicación del buen sentido” en clara alusión a los contenidos que abordan la Historiografía Oficial.
Que el juicio de la historia, representado en el pueblo que integra este Jurado, lo absuelva, de todos los cargos que vilmente se lo acusa, y que se tomen todos los recaudos necesarios para reinvidicar el buen nombre y honor de nuestro defendido, que ya ha sufrido reiteradas e injustas humillaciones.
Que el Honorable Jurado aquí presente, así lo resuelva.

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sábado, 24 de mayo de 2008

HIMNO AL GRAL.SAN MARTIN

Himno al General
San Martín

Letra: Segundo M. Argarañaz


Yergue el Ande su cumbre más alta,
dé la mar el metal de su voz
y entre cielos y nieves eternas
se alza el trono del Libertador

Suenen claras trompetas de gloria
y levanten un himno triunfal,
que la luz de la historia
agiganta la figura del Gran Capitán.

De las tierras del Plata a Mendoza,
de Santiago a la Lima gentil
fue sembrando en la ruta laureles
a su paso triunfal, San Martín.

San Martín, el señor de la guerra,
por secreto designio de Dios,
grande fue cuando el sol lo alumbraba
y más grande en la puesta del sol.

¡Padre augusto del pueblo argentino,
héroe magno de la libertad!
A tu sombra la patria se agranda
en virtud, en trabajo y en paz.

¡San Martín! ¡San Martín! Que tu nombre
honra y prez de los pueblos del sur
aseguren por siempre los rumbos
de la patria que alumbra tu luz.



SOBRE SAN MARTIN Y LA MASONERIA /ART- RELACIONADO

Principal
Un espacio para todo lo que es católico

Sobre San Martín y la Masonería

Un erudito lector nos envía esta carta a modo de aclaración por lo afirmado en un artículo de la edición anterior. En él, el autor afirma que el General San Martín "fue masón". Recordamos que la reseña del libro Los Masones. La sociedad secreta más influyente de la historia del historiador César Vidal, firmada por Carmelo López Arias, para El Semanal Digital, no hace sino mencionar la opinión, sin necesariamente suscribirla. Decimos esto a guisa de salvaguarda de sus opiniones personales, puesto que en la interesantísima y apasionada respuesta que publicamos podría entenderse que se ha faltado deliberadamente a la verdad. Hecha esta salvedad, dejamos la palabra a nuestro lector.

Señor Director:

Sigo con interés y espero, se podría decir que con cierta ansiedad, la aparición de vuestro mensuario, al que considero un poco del viento fresco indispensable para seguir sobreviviendo en medio de la general marea caliginosa cuyas miasmas deletéreas parecería que arrastran a la Iglesia, a la Patria y el mundo… prefacio seguro de la proximidad de la Epifanía.

Sin embargo, observo con cierta perplejidad que vuestra página se hace eco, en algunas ocasiones, de la demostradamente falsa y reiterada afirmación de los actuales "tradicionalistas" españoles referida al masonismo de don José de San Martín, figura que, principalmente por contradistinción, les resulta insoportable a la par que incomprensible. El Cid del siglo XIX es inalcanzable para un español que, aunque se diga hijo de la Tradición, sigue igualmente aferrado a los criterios impuestos por la "mentalidad borbónica", que destruyeron a España y la Hispanidad, y que no es otra cosa que revolución en el estado larval del absolutismo monárquico o del despotismo ilustrado, tan ajenos a la tradición como lo es su hija, la Revolución francesa misma.

Nuestro Libertador &#8211…si descontamos la eficacia probatoria de sus propias palabras y una lucha constante contra los liberales masónicos locales que duró toda su vida&#8211… profesó siempre y en todo lugar una irreprensible fe católica y tradicional, como lo prueban sus hechos, sus obras de gobierno en Mendoza y el Perú, su mando militar y su vida entera. Y si fuera poco lo dicho, también son prueba el calibre y el odio de sus enemigos. Si el autor del libro cuya recensión comento, el señor Vidal, o el comentarista mismo, señor López Arias, no conocen la vida y la obra del gran americano ni, mucho menos, la calidad perniciosa de la obra de algún interesado biógrafo con "tribuna de doctrina" &#8211…que por experiencia personal puedo afirmar es una de las fuentes de mayor prestigio en el mundo de habla hispano-masónica&#8211… no deberían hablar "aunque les duela a los argentinos", sobre todo, sabiendo que lo que más nos duele es la mentira.

San Martín fue católico con fe y conducta notables, al punto de merecer que el abogado francés propietario de la casa de Boulogne sur Mer en la cual falleció, sostuviera que "era un santo"… algo semejante a lo que ocurrió 27 años más tarde con el párroco católico de Southampton, con ocasión de la muerte de otro argentino ilustre… y con la posible diferencia de que el cura inglés insistiría durante muchos años más en remitir a Roma los antecedentes del anciano muerto, para su beatificación ...

San Martín no fue solamente un católico, sino un general católico… a bordo del barco que debía devolverlo a su Buenos Aires querido, con notable anticipación a la era gardeliana, viajaba para esta ciudad y luego también de regreso a Europa, el secretario del Internuncio para estas Américas, el presbítero Mastai-Ferreti, con quien desarrolló este "masón" una amistad duradera y mantuvo, al parecer durante toda su vida, cierta correspondencia. Por ella, sabemos que el anciano general y antiguo compañero de viaje, ofrecería al por entonces sitiado sucesor de Pedro, y futuro Beato Pío IX, los servicios de su espada cuando la Revolución masónica y comunista de 1848 osaba hollar la sede misma del Vicario de Cristo, ofrecimiento que sería declinado con emocionadas palabras de gratitud y recuerdo. No era nueva esta actitud cidesca en este general tan singular, tan "masónico" para estos españoles sin criterio y con más fervor borbónico que patriótico: en 1830, había rechazado de manera vehemente el ofrecimiento de encabezar la rebelión socialista que asoló toda Europa ese año, poniéndose a disposición del Gobierno de Bruselas para sofocarla.

¡Qué extraño masón éste, que militaba tan activamente contra los dos grandes triunfos de la masonería del siglo XIX en el mismo sitio de su victoria!

Pero si la masonería odia al Altar, cuya honra fue siempre punto de honor para este general, también maquina contra el Trono, es decir, contra la Monarquía católica y tradicional &#8211…que desde Enrique IV de Francia, el Protestante, no es la de los Borbones. Y el caso es que don José Francisco de San Martín era, además de católico y muy, pero muy hispano (por muy americano), un monárquico convencido. Su correspondencia con el otro ilustre argentino muerto en el destierro así lo prueba, si uno se toma el trabajo de leerla con paciencia y no sin gran provecho, pues el republicano Rosas era muy obcecado y el monárquico San Martín un humorista con enorme talento polémico y el tacto de un auténtico caballero. No se olvide que uno de los candidatos para ocupar el trono americano que surgiría en estas tierras después del Tratado de Punchauca entre San Martín y el Marqués de La Serna, hecho fracasar por los generales masones Valdés y Canterac, era ¡don Carlos de Borbón! No sería mala idea estudiar la trayectoria posterior de todos estos personajes en España y en Europa &#8211…el noble virrey, el noble Libertador y los generales, el masón y Canterac, que morirá asesinado en la madrileña Puerta del Sol cuando la rebelión liberal de Cardero en 1835, el mismo año del sacrificio de Zumalacárregui. Más de uno se llevaría una sorpresa con porrazo incluido, de sentarse a estudiar las trayectorias posteriores de tantos interesantes protagonistas de la Emancipación Americana… de un lado y del otro.

De la disparidad de talentos y talante con el Libertador Bolívar, se puede extraer también mucha materia que alimentó estas críticas, pues nuestro don José desconoció el vicio de la soberbia y ninguno de sus subordinados lo olvidó ni dejó de amarlo como se ama a un jefe inolvidable. Pero Bolívar podía escribir de sí mismo sin mentir: "Mi agradecimiento a Sucre no tiene términos: primero por justicia, y, segundo, por generosidad pues él me ha quitado en Ayacucho el más hermoso ramo de mis laureles: él es libertador del imperio de los incas desde el Juanambu hasta Charcas, de suerte que él es absolutamente mi competidor en la gloria militar, de lo que no estoy sentido, para merecer lo que me queda, pues si me muestro envidioso no mereceré ni una hoja del laurel. Y lo mismo digo respecto a Vd. Nadie lo quiere nadie lo aplaude más que yo, por sentimiento y raciocinio: porque yo creo que la más hermosa corona es la de la justicia Miserable a mi si yo tuviese otras ideas. Si yo fuese envidioso, apenas podría merecer el nombre de hombre. Yo tengo el orgullo de creerme superior a tan infame debilidad" (increíble Carta de Simón Bolívar sobre el triunfo de Sucre en Ayacucho, palabra que significa "campo de los muertos"). Esta asimetría en las personalidades, en las ideas políticas (Bolívar haría abortar un conato monárquico en Colombia) y hasta en la fortuna en combate, pues el venezolano fue grande también en sus sucesivas derrotas ¿a nadie asombran, nada informan al astuto historiador cansado de la impostura y la mentira liberal?

Considero indudable, a esta altura de los estudios históricos, que tanto San Martín en la Argentina y Perú, como Ithurbide en México, se opusieron con toda tenacidad a la Constitución liberal de 1812, la Pepa, como homenaje al espíritu tradicional y católico que animó siempre la mal estudiada y peor enseñada Guerra de la Independencia. A Ithurbide esto, y la gravosa vecindad que tiene México, le costó la vida, en clásica maniobra y asesinato masónicos. A San Martín le costó lo suyo, a no dudar.

El historiador peruano Jorge G. Paredes M. dice así: «Alvarado y Guido recibieron de San Martín la orden de pasar a la hacienda de Torre-Blanca con fecha 15 de febrero. En virtud de dicha orden se trasladaron a Huacho y el día 16 a la una y media de la tarde salían de dicho puerto a bordo del bergantín Pueyrredón con dirección a Chancay. En ese lugar anclaron a las seis de la tarde del día siguiente. El 19 de febrero, por la mañana, a eso de las seis, se reunieron los cuatro comisionados (dos realistas y dos patriotas). La diputación realista centró su propuesta de paz en el reconocimiento del dominio hispano sobre la nueva base de la Constitución de Cádiz, pero dándose cuenta que esto no era aceptado por el bando patriota, señalaron, en la segunda sesión de aquel mismo día, que resultaban irreconciliables las posiciones de ambas partes, en el sentido de que el Virrey no prescindiría del juramento de la Constitución por base de toda negociación, en tanto que el bando patriota no admitía otra posición que el reconocimiento de la independencia. La diputación patriota señaló su base medular: el reconocimiento de la independencia. A las doce de la noche del mismo 19 se daban por concluidas las conferencias y media hora después se retiraban los diputados realistas.

Después de este fracaso, el 9 de abril el virrey La Serna envió a San Martín una misiva invitándolo a abrir nuevas negociaciones, para lo cual comisionados de ambos bandos se reunirían en la hacienda Torre-Blanca. El día 15 San Martín dio respuesta a la invitación, solicitándole al virrey que, por lo delicado del asunto, debería hacérselo saber en forma oficial, es decir mediante oficio y no mediante una simple misiva personal. En visto de ello, el día 17 La Serna le comunicó a San Martín que en su calidad de Presidente de la Junta de Pacificación lo invitaba a entablar negociaciones de paz. San Martín respondió el 22, aceptando la invitación, aunque objetando el lugar propuesto (hacienda de Torre-Blanca), manifestando que las conferencias se podrían realizar bien en un barco surto en el Callao o en su defecto en otro lugar que él designase. Se acordó que los diputados fuesen tres, más un secretario sin voto, por cada una de las partes. Ellos se reunirían en la hacienda Punchauca, ubicada en el valle del río Chillón, a escasas cinco leguas al norte de Lima. Los patriotas eligieron como representantes a Tomás Guido, a Juan García del Río y a Juan Ignacio La Rosa y, en calidad de secretario sin voto, a D. Fernando López Aldana, todos los cuales recibieron precisas instrucciones de San Martín. Los delegados realistas fueron don Manuel Abreu, Manuel de Llano y Nájera, Mariano Galdeano y, en calidad de secretario sin voto, Francisco Moar.

Fue fijada como fecha de la entrevista el 2 de mayo de 1821. Sin embargo recién vino a llevarse a cabo el día 4, debido a que los diputados realistas detuvieron su desplazamiento cuando se percataron que guerrilleros de Canta hacían su aparición en Punchauca. El día 4 se llevó a cabo la primera sesión. Los diputados patriotas plantearon, como es lógico suponer, el reconocimiento de la independencia. Los realistas, por su parte, al igual que en anteriores oportunidades, propusieron como base de un acuerdo la jura de la constitución española de 1812. El 23 de mayo, con el fin de trabajar con más confianza y armonía, se firmó un armisticio en virtud del cual se suspendían las hostilidades por un período de veinte días. Asimismo se acordó una entrevista personal entre La Serna y San Martín. El día 30 del citado mes de mayo las dos diputaciones acordaron que la entrevista entre el virrey y el libertador argentino se realizaría el 1 de junio. Sin embargo, debido a una indisposición de La Serna, la entrevista se realizó el día 2 de junio. Se había acordado que cada uno de los dos jefes serían acompañados por sus respectivos jefes de Estado Mayor, los Jefes Superiores, un ayudante de campo, un oficial de ordenanza y cuatro soldados. El séquito de San Martín lo conformaban "los renombrados coroneles Las Heras, Paroissien, Necochea… los tenientes coroneles Spry, Raulet y cuatro ordenanzas". La Serna asistió acompañado por La Mar, Canterac, Landázuri, Ortega y Camba.

Abreu (el enviado español que llegaba con instrucciones personales de Fernando VII de poner fin a la guerra americana) relata que el primer día de junio San Martín lo visitó, por la tarde, y que le comunicó que propondría como solución la formación de una regencia compuesta de tres vocales. Esta regencia debería estar integrada por La Serna, en calidad de Presidente de la misma… un vocal nombrado por el virrey y un tercer vocal designado por San Martín. Asimismo propondría la unión de los dos ejércitos, así como la declaración de la independencia. Producido este hecho San Martín viajaría a España para solicitar, a la Corona, el nombramiento de un príncipe español, el cual sería ungido rey del Perú. ». Es decir que San Martín era monárquico al punto de proponer contra viento y marea, y sobre todo contra los militares peninsulares que querían jurar la constitución masónica de 1812, la instauración de una monarquía en cabeza de "un príncipe español". Imagínese, señor Director, en quién pensaría el Libertador.

San Martín en Europa no es menos tonante que San Martín en América o en la campaña contra los invasores franceses y revolucionarios en España, la vanguardia de cuya primer derrota en la Península, Bailén, estaría al mando de este notable José de San Martín. Los franceses han hecho de Bailén, que es un auténtico orgullo del Ejército español al mando de Castaños, algo similar a lo que hacen los españoles con San Martín, el teniente coronel jefe de la vanguardia de Bailén. Siguiendo con la tónica sugerida a los investigadores históricos en esta ya larga carta, sería interesante estudiar asimismo la carrera militar de San Martín comparándola con la de Castaños y ver quién pergeñó la victoria del desfiladero de Bailén, batalla de planificación audaz y ejecución, de suyo, parsimoniosa y valiente. Algo así como un cruce de los Andes en chiquito.

Pero para los argentinos que no estudiamos historia en los libros del autor que se robó el archivo de San Martín, sino que descendemos de la historia misma, no valen excusas a la hora de impedir, por los medios que sean, la deshonra que supone para el Padre de la Patria endilgarle aquello mismo que con tanto denuedo combatió. Este hombre, por fin, que mandó se pusiera sobre su féretro ¿tal vez una bandera argentina? Imposible, pues él mismo era la bandera americana. ¿Un guión masónico? Falso y de mal gusto sería, aunque no pocos lo sostuvieran al no haber podido identificar con seguridad, aquel extraño gonfalón morado, bordado primorosamente en oro con las armas de Castilla y León, por la manos regias de Juana la Loca, para obsequio de su hidalgo adelantado Pizarro, que este extraño soldado quiso merecer llevar sobre sus restos mortales el día de presentarse al Creador.

Como humilde desagravio a este prócer, tal vez el único que merezca en toda su extensión este calificativo, tan americano, tan hispano, tan tradicional y tan católico, solicito al señor Director la publicación de esta líneas.

Luis María Seligmann Serantes

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